domingo, 13 de octubre de 2013

AGUAS VIVAS








A Teresa de Jesús Laurente Capilla,
noble madre del pueblo,
en homenaje póstumo.

                                      EL AUTOR











Nicolás Masías.
Ediciones Pavel
Viñetas: Osman
1ra. Edición

Próxima entrega:
LA HACIENDA
Parte II
LAS PEONADAS.










   En todas fantasía
encontramos escondida
parte de la realidad
pasada, presente o futura.
Ya que la realidad
es INCONMENSURABLE,
EXISTE,
GRAN PARTE DE ELLA ESTÁ OCULTA
Y SOLAMENTE CONOCEMOS
UNA FRACCIÓN MUY RELATIVA,
es por ello que se convierte
en más fantástica
que la propia fantasía.

¡ AGUAS VIVAS !

Es un cuento fantástico-realista,
es una alegoría y un grito
de fe y esperanza
en el drama del hombre
por su libertad,
por su sed de sabiduría
y por su propia vida.

NMS.




















A G U A S      V I V A S

   El hombre desde la opuesta orilla del profundo y prohibido
río contempló al otro hombre que lo miraba pensativo.

   Pasando el río, en aquel lugar descubierto por casualidad por el hombre vagabundo, había un jardín esplendoroso en el que se apreciaban hermosas manzanas, jugosas naranjas, carnosos higos... y frutas desconocidas. Habían flores multicolores de las especies más raras, hermoseadas por un sol majestuoso. Los infinitos pajarillos que revoloteaban por los aires con sus trinos hacían un concierto de música extraña, que encantó al pobre vago. Al volver en sí, vio al otro hombre que iba desnudo, seguido de ágiles perros, que lo acompañaban fielmente como mansas palomas, conversaban con él tan animadamente quién sabe en qué lengua.

   Al ver tantos frutos en aquel apacible jardín el hombre vagabundo quiso cruzar de inmediato el río prohibido; pero sus aguas parecían tener vida y pensamientos propios. De pronto se embravecieron como crispadas culebras que se contorsionan, prestas a inyectar su mortífero veneno.

   El hombre mundano se aterró. Él casi no conocía el miedo. Su vida llena de peligros , vicisitudes, y caminando al margen de la ley y al filo de la muerte, a la que siempre enfrentó en desigual combate. Pero aquellas aguas con vida propia, que se contorsionaban y crecían como lenguas de fuego, sí que lo sobrecogían.





   Se retiró prudentemente de las encrespadas aguas, mientras miraba al jardín florido y al hombre desnudo, quien le respondía, también, como queriendo comunicarse. Percibió su lozano rostro y sus tiernos ojos. Escrutó mejor y vio en el hombre desnudo felicidad e insatisfacción "¿Por qué"- se preguntó- si lo tiene todo. "¿Qué le faltará"- se interrogó, de nuevo.

   Para su sorpresa vio que el hombre desnudo le hacía señas y emitía unos sonidos melodiosos, pero desconocidos. En eso, las aguas en la otra orilla se convulsionaron, y el hombre desnudo salió corriendo, mientras sus fieles perros lo seguían.

   Se retiró de aquel extraño lugar sobrecogido y meditabundo. Se fue a contar lo sucedido a sus compañeros de andanzas. No le creían lo que contaba por más que juraba. Tantas veces les había mentido; pero esto sí que era en serio. ¿Cómo los convencería?. El hombre bandido desesperado apostó sus míseros centavos que tenía, y la seguridad que puso en ganar la apuesta, asustó a la pandilla, que jamás había visto al mentiroso tan nervioso y excitado.

   Al siguiente día los facinerosos armaron una excursión provistos de hondas, huaracas y haciendo mil ruidos y burlas llegaron al sitio en donde el hermoso jardín se levantaba multicolor, en el celeste cielo.

   La pandilla al ver tantos frutos se abalanzó con vehemencia a las aguas del río prohibido, no haciendo caso a las advertencias del amigo. De inmediato fueron arrojados a tierra por una fuerza interna que moraba en las propias aguas. De repente empezaron a bullir haciendo infinidad de remolinos que amenazó con tragárselos.

   Los vagos quedaron semiparalizados en la orilla, luego de ser golpeados y repelidos por las aguas. Todos sus cuerpos y sus cabezas les quemaban como si fueran hornos humanos. No comprendían qué clase de fuerza los había repelido. ¿Descargas eléctricas? ¿Rayos desconocidos?



   Por entre la humareda que emergía del agua, los mundanos semiconscientes empezaron a ver, como si fuera un sueño, hombres y mujeres desnudos, que los saludaban. Ellas eran tan hermosas, como rojas manzanas. Sus formas eran esculturales, que semejaban a Venus bajadas del cielo. En ellas se reflejaba felicidad y una leve tristeza. Miraban siempre temerosas al río prohibido.

   El encanto de las mujeres pudo más que su miedo, los hombres vagos continuaron embelesados mirando tan exquisita belleza, mientras las aguas enfurecidas rugían como salvajes leonas.

   Las Venus en la otra orilla miraban con inocencia a los hombres mundanos, les miraban sus rostros curtidos, sus desaliñados cabellos, y los harapos que les colgaban. Les parecieron hombres tan angelicales y bellos.





   Las hirvientes aguas que seguían enardecidas empezaron a desbordar su cauce, haciendo huir en desbandada a los vagos.

   Los hombres y las mujeres desnudos en el otro lado del río se quedaron tristes, contemplando la correría de los vagos.

   Tan luego los intrusos huyeron, las pensantes aguas se calmaron y enfriaron, como habían estado antes, en eterno arroyo, alimentando la esplendorosa vida de aquel valle; mas, celosas, miraban vigilantes a las hermosas mujeres, que con sus largos cabellos por delante, les cubrían sus bellos rostros y sus redondos senos. Ellas se habían quedado entristecidas por la huida de los hombres desconocidos.

   Los hombres mundanos comunicaron a los cuatro vientos el insólito suceso, y al siguiente día medio mundo estuvo congregado al frente del jardín florido de los hombres desnudos.

   El Gobierno militar  de aquella nación ordenó de inmediato el cerco bélico del jardín y del río de Aguas Vivas. El ejército y la aviación desplegaron sus efectivos para acabar urgentemente con aquella amenaza que representaban las aguas con vida y esos hombres desnudos.

   Tanques, morteros, cañones por aire y por tierra y miles de hombres modernamente armados entraron en combate, desatando un ruido estruendoso de guerra, que estremeció a los mismos cielos.

   Las Aguas Vivas que conocían y vigilaban al hombre desde sus ancestros comprendieron todo y se apoderó de ellas una tristeza cósmica, indescriptible para el ser humano, lloraron... lloraron después de cientos de miles de años, como tiernas madres...



   Y en eso, en medio de su dolor y rabia dieron una sola demostración de su poderío ante el necio y bullicioso ejército invasor, bullendo en un santiamén a miles de grados de temperatura y empezaron a elevarse a los cielos, convertidas en denso humo, semejante a un gigantesco volcán eruptivo.

   El mando central de las Fuerzas Armadas aterrado ordenó a la aviación y a todas sus fuerzas inmediata retirada, mientras las intensas temperaturas calcinaban el espacio y convertían en ceniza a modernísimas naves que cercaban los aires.

   Unas cuantas horas duró la retirada de las Aguas Vivas en ascenso al cielo y en descenso al subsuelo. La columna gigantesca de humo que cual recta infinita comunicaba la superficie con los cielos se apreció en los remotos confines de la tierra, cual luminosa estrella que guió a los reyes magos. Gran conmoción en el mundo hubo ese día.

   En las cercanías del jardín florido los hombres mundanos, ilesos y atónitos, se estremecieron y un terrible miedo se apoderó de sus almas. Mientras al interior del jardín las mujeres y los hombres solos lloraban amargamente como niños su incierto destino.

   Luego de recobrar conocimiento los invasores militares sobrevivientes huyeron en desbandada ante el miedo que les calcinaba el alma y el intenso calor que los quemaba. ¡Qué confusión y desorden en pocas horas, gran número de muertos y heridos en la huida, sin que las Aguas Vivas directamente atacaran!

   Pero, qué raro, a los hombres y mujeres solos, aparte de su descomunal miedo, no les pasaba físicamente nada, el jardín florido les guarecía, parecía que una atmósfera propia les protegía del resto del mundo que habitaban.

   Se retiraron todas las Aguas Vivas, excepto una sola y gigantesca Burbuja ubicada en medio del cauce arenoso del río, Burbuja que comunicaba con el subsuelo por donde, también, se habían marchado las aguas a dar nueva vida a las entrañas de la tierra, a los mares, a los ríos, a los lagos, ... y otras dimensiones desconocidas...

   A los meses, después de arduas deliberaciones en todos los establos grandilocuentes de esa injusta sociedad, sus Fuerzas Armadas reordenadas y dirigidas de una constelación de asesores militares de otras naciones imperiales y con muchos más efectivos y material de guerra invadieron el valle y el jardín florido de los hombres desnudos.

   El cause que habían dejado las Aguas Vivas era muy profundo y una tierra blanca purísima coma la nieve se levantaba en el infinito. No había humedad en el cause, sólo polvo blanco, purísima tierra; pero en el centro, allí estaba la gigantesca Burbuja con vida del tamaño de una bola de fuego, que giraba y latía como un corazón exaltado, que miraba como un ojo divino, custodiando el cosmos; que amaba y sentía como alma de madre; que meditaba como cerebro de sabio; que irradiaba magnetismo con sus ocultos poderes.

   Los ejércitos invasores penetraron a mansalva al jardín florido, vomitando fuego y pólvora, destruyendo los frondosos árboles de exquisitos frutos, matando a los animales de su fértil tierra y a las aves de su hermoso cielo.

   Los hombres solos fueron golpeados, torturados, vejados y apresados. Ellas no opusieron ninguna resistencia. Ellos jamás habían conocido la violencia, ni comprendían lo que pasaba. Ellos sólo habían vivido en comunidad, sin contrariar a la sabia naturaleza, en solidaridad con sus hermanos, los hombres del Jardín y todos los seres: animales, vegetales y minerales, que los rodeaban. El equilibrio de aquella vida natural había determinado su prolongada juventud y longevidad, cien veces superior a los hombres llamados civilizados. Sólo por las Aguas Vivas del río prohibido sentían respeto y miedo a la vez, aquellas mansas y cristalinas aguas en donde ellos se bañaban todos los días eran una autoridad, que se levantaba como un juez supremo por sobre sus cabezas. Ellos sabían que en aquellas aguas moraba la vida; pero a la vez era una línea infinita e infranqueable, era cual jaula dorada, cercada de finos y puros diamantes. Pero qué ansias de saber tenían ellos, de conocer y palpar qué había más allá en el bullicioso mundo al que ni siquiera intuían. Aquella ignorancia los perturbaba, el transcurrir su larga y perfecta vida con su trabajo cotidiano, que era fuente de salud y bienestar en la comuna. Qué injusto les había parecido rebelarse contra la madre que los cobijaba, cuántas veces en sus centenares de años se engendró en sus cerebros y se anidó en sus almas el sagrado derecho de la rebeldía; pero "qué osadía"- se dijeron- "¿Por qué no vamos a rebelar contra la vida? ¡Si aquellas aguas son cien mil Nilos dadores de más vida!" Pero la duda pululaba cada vez más en sus cerebros y se preguntaban. "¿Por qué estar siempre en las manos de aquellas aguas? ¡Por qué esta madre tan celosa que día y noche nos vigila en los infinitos meses, años siglos, milenios... y tener que soportarla una eternidad...! ¡Ah, qué martirio!"- exclamaban-.

   Pero allí estaban otros hombres tan bestiales, como ninguna bestia por ellos conocida, porque hasta sus hermanos lobos, tigres y leones jugaban con ellos y conversaban como amigos. Pero estos brutos venían con aparatos que vomitaban fuego y acero por aire y por tierra. ¡Qué podían hacer ellos si solamente sabían producir la fértil tierra que generosa se portaba como una madre sacrificada!

   Los militares continuaron su brutal destrucción sin ninguna resistencia, menos de las bellas mujeres que fueron violadas, vejadas, golpeadas, crucificadas por los salvajes invasores. ¡Qué mansas ovejas fueron ellas en las garras de los verdaderos lobos!

   Cuando los guerreros incendiaron y destruyeron el vergel de los hombres solos y ya casi estaba consumado todo, los ejércitos se percataron de la gigantesca Burbuja, que latía con vida. Entonces la ira mundana se desató contra ella. Fue bombardeada con toneladas de acero por aire y por tierra. Pero allí seguía ella burbujeando, latiendo, pulverizando y tragándose el acero como si fuera nada. ¡Qué insensatez, si ella era el poro por donde respiraba la vida!

   Los militares consumieron todo su material de guerra en pretender desaparecer la Burbuja de la vida; pero todo fue en vano, impertérrita ella se erigía cada vez más lozana, con renovado brillo y palpitante vida, si parecía que se reía y burlaba del pobre mundano, que pretendía liquidar con su garra cochina EL ETERNO SOPLO DE VIDA.


E P Í L O G O

   En el Jardín florido a los pocos días del desastre renació la vida con otros frutos, animales y hombres conocidos.

   Después de largos años de cautiverio los hombres desnudos convivieron con los mundanos y el hombre conoció las entrañas del hombre.

   La Burbuja de Aguas Vivas siguió latiendo incansablemente a través de los tiempos, por los siglos de los siglos...

                                                              INVIERNO DE 1986.
                                                              
                                                              NMS.




   

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