A Teresa de Jesús Laurente Capilla,
noble madre del pueblo,
en homenaje póstumo.
EL
AUTOR
Nicolás Masías.
Ediciones Pavel
Viñetas: Osman
1ra. Edición
Próxima entrega:
LA HACIENDA
Parte II
LAS PEONADAS.
En todas fantasía
encontramos escondida
parte de la realidad
pasada, presente o futura.
Ya que la realidad
es INCONMENSURABLE,
EXISTE,
GRAN PARTE DE ELLA ESTÁ OCULTA
Y SOLAMENTE CONOCEMOS
UNA FRACCIÓN MUY RELATIVA,
es por ello que se convierte
en más fantástica
que la propia fantasía.
¡ AGUAS VIVAS !
Es un cuento fantástico-realista,
es una alegoría y un grito
de fe y esperanza
en el drama del hombre
por su libertad,
por su sed de sabiduría
y por su propia vida.
NMS.
A G U A S V
I V A S
El hombre
desde la opuesta orilla del profundo y prohibido
río contempló al otro hombre que lo miraba pensativo.
Pasando el
río, en aquel lugar descubierto por casualidad por el hombre vagabundo, había
un jardín esplendoroso en el que se apreciaban hermosas manzanas, jugosas
naranjas, carnosos higos... y frutas desconocidas. Habían flores multicolores
de las especies más raras, hermoseadas por un sol majestuoso. Los infinitos
pajarillos que revoloteaban por los aires con sus trinos hacían un concierto de
música extraña, que encantó al pobre vago. Al volver en sí, vio al otro hombre
que iba desnudo, seguido de ágiles perros, que lo acompañaban fielmente como
mansas palomas, conversaban con él tan animadamente quién sabe en qué lengua.
Al ver tantos
frutos en aquel apacible jardín el hombre vagabundo quiso cruzar de inmediato
el río prohibido; pero sus aguas parecían tener vida y pensamientos propios. De
pronto se embravecieron como crispadas culebras que se contorsionan, prestas a
inyectar su mortífero veneno.
El hombre
mundano se aterró. Él casi no conocía el miedo. Su vida llena de peligros , vicisitudes,
y caminando al margen de la ley y al filo de la muerte, a la que siempre
enfrentó en desigual combate. Pero aquellas aguas con vida propia, que se
contorsionaban y crecían como lenguas de fuego, sí que lo sobrecogían.
Se retiró
prudentemente de las encrespadas aguas, mientras miraba al jardín florido y al
hombre desnudo, quien le respondía, también, como queriendo comunicarse.
Percibió su lozano rostro y sus tiernos ojos. Escrutó mejor y vio en el hombre
desnudo felicidad e insatisfacción "¿Por qué"- se preguntó- si lo
tiene todo. "¿Qué le faltará"- se interrogó, de nuevo.
Para su
sorpresa vio que el hombre desnudo le hacía señas y emitía unos sonidos
melodiosos, pero desconocidos. En eso, las aguas en la otra orilla se
convulsionaron, y el hombre desnudo salió corriendo, mientras sus fieles perros
lo seguían.
Se retiró de
aquel extraño lugar sobrecogido y meditabundo. Se fue a contar lo sucedido a
sus compañeros de andanzas. No le creían lo que contaba por más que juraba.
Tantas veces les había mentido; pero esto sí que era en serio. ¿Cómo los
convencería?. El hombre bandido desesperado apostó sus míseros centavos que
tenía, y la seguridad que puso en ganar la apuesta, asustó a la pandilla, que
jamás había visto al mentiroso tan nervioso y excitado.
Al siguiente
día los facinerosos armaron una excursión provistos de hondas, huaracas y
haciendo mil ruidos y burlas llegaron al sitio en donde el hermoso jardín se
levantaba multicolor, en el celeste cielo.
La pandilla
al ver tantos frutos se abalanzó con vehemencia a las aguas del río prohibido,
no haciendo caso a las advertencias del amigo. De inmediato fueron arrojados a
tierra por una fuerza interna que moraba en las propias aguas. De repente
empezaron a bullir haciendo infinidad de remolinos que amenazó con tragárselos.
Los vagos
quedaron semiparalizados en la orilla, luego de ser golpeados y repelidos por
las aguas. Todos sus cuerpos y sus cabezas les quemaban como si fueran hornos
humanos. No comprendían qué clase de fuerza los había repelido. ¿Descargas
eléctricas? ¿Rayos desconocidos?
Por entre la
humareda que emergía del agua, los mundanos semiconscientes empezaron a ver,
como si fuera un sueño, hombres y mujeres desnudos, que los saludaban. Ellas
eran tan hermosas, como rojas manzanas. Sus formas eran esculturales, que
semejaban a Venus bajadas del cielo. En ellas se reflejaba felicidad y una leve
tristeza. Miraban siempre temerosas al río prohibido.
El encanto de
las mujeres pudo más que su miedo, los hombres vagos continuaron embelesados
mirando tan exquisita belleza, mientras las aguas enfurecidas rugían como
salvajes leonas.
Las Venus en
la otra orilla miraban con inocencia a los hombres mundanos, les miraban sus
rostros curtidos, sus desaliñados cabellos, y los harapos que les colgaban. Les
parecieron hombres tan angelicales y bellos.
Las
hirvientes aguas que seguían enardecidas empezaron a desbordar su cauce,
haciendo huir en desbandada a los vagos.
Los hombres y
las mujeres desnudos en el otro lado del río se quedaron tristes, contemplando
la correría de los vagos.
Tan luego los
intrusos huyeron, las pensantes aguas se calmaron y enfriaron, como habían
estado antes, en eterno arroyo, alimentando la esplendorosa vida de aquel
valle; mas, celosas, miraban vigilantes a las hermosas mujeres, que con sus
largos cabellos por delante, les cubrían sus bellos rostros y sus redondos
senos. Ellas se habían quedado entristecidas por la huida de los hombres
desconocidos.
Los hombres
mundanos comunicaron a los cuatro vientos el insólito suceso, y al siguiente
día medio mundo estuvo congregado al frente del jardín florido de los hombres
desnudos.
El Gobierno
militar de aquella nación ordenó de
inmediato el cerco bélico del jardín y del río de Aguas Vivas. El ejército y la
aviación desplegaron sus efectivos para acabar urgentemente con aquella amenaza
que representaban las aguas con vida y esos hombres desnudos.
Tanques,
morteros, cañones por aire y por tierra y miles de hombres modernamente armados
entraron en combate, desatando un ruido estruendoso de guerra, que estremeció a
los mismos cielos.
Las Aguas
Vivas que conocían y vigilaban al hombre desde sus ancestros comprendieron todo
y se apoderó de ellas una tristeza cósmica, indescriptible para el ser humano,
lloraron... lloraron después de cientos de miles de años, como tiernas madres...
Y en eso, en
medio de su dolor y rabia dieron una sola demostración de su poderío ante el
necio y bullicioso ejército invasor, bullendo en un santiamén a miles de grados
de temperatura y empezaron a elevarse a los cielos, convertidas en denso humo,
semejante a un gigantesco volcán eruptivo.
El mando
central de las Fuerzas Armadas aterrado ordenó a la aviación y a todas sus
fuerzas inmediata retirada, mientras las intensas temperaturas calcinaban el
espacio y convertían en ceniza a modernísimas naves que cercaban los aires.
Unas cuantas
horas duró la retirada de las Aguas Vivas en ascenso al cielo y en descenso al
subsuelo. La columna gigantesca de humo que cual recta infinita comunicaba la
superficie con los cielos se apreció en los remotos confines de la tierra, cual
luminosa estrella que guió a los reyes magos. Gran conmoción en el mundo hubo
ese día.
En las
cercanías del jardín florido los hombres mundanos, ilesos y atónitos, se
estremecieron y un terrible miedo se apoderó de sus almas. Mientras al interior
del jardín las mujeres y los hombres solos lloraban amargamente como niños su
incierto destino.
Luego de
recobrar conocimiento los invasores militares sobrevivientes huyeron en
desbandada ante el miedo que les calcinaba el alma y el intenso calor que los
quemaba. ¡Qué confusión y desorden en pocas horas, gran número de muertos y
heridos en la huida, sin que las Aguas Vivas directamente atacaran!
Pero, qué
raro, a los hombres y mujeres solos, aparte de su descomunal miedo, no les
pasaba físicamente nada, el jardín florido les guarecía, parecía que una
atmósfera propia les protegía del resto del mundo que habitaban.
Se retiraron
todas las Aguas Vivas, excepto una sola y gigantesca Burbuja ubicada en medio
del cauce arenoso del río, Burbuja que comunicaba con el subsuelo por donde,
también, se habían marchado las aguas a dar nueva vida a las entrañas de la
tierra, a los mares, a los ríos, a los lagos, ... y otras dimensiones
desconocidas...
A los meses,
después de arduas deliberaciones en todos los establos grandilocuentes de esa
injusta sociedad, sus Fuerzas Armadas reordenadas y dirigidas de una
constelación de asesores militares de otras naciones imperiales y con muchos
más efectivos y material de guerra invadieron el valle y el jardín florido de
los hombres desnudos.
El cause que
habían dejado las Aguas Vivas era muy profundo y una tierra blanca purísima
coma la nieve se levantaba en el infinito. No había humedad en el cause, sólo
polvo blanco, purísima tierra; pero en el centro, allí estaba la gigantesca
Burbuja con vida del tamaño de una bola de fuego, que giraba y latía como un
corazón exaltado, que miraba como un ojo divino, custodiando el cosmos; que
amaba y sentía como alma de madre; que meditaba como cerebro de sabio; que
irradiaba magnetismo con sus ocultos poderes.
Los ejércitos
invasores penetraron a mansalva al jardín florido, vomitando fuego y pólvora,
destruyendo los frondosos árboles de exquisitos frutos, matando a los animales
de su fértil tierra y a las aves de su hermoso cielo.
Los hombres
solos fueron golpeados, torturados, vejados y apresados. Ellas no opusieron
ninguna resistencia. Ellos jamás habían conocido la violencia, ni comprendían
lo que pasaba. Ellos sólo habían vivido en comunidad, sin contrariar a la sabia
naturaleza, en solidaridad con sus hermanos, los hombres del Jardín y todos los
seres: animales, vegetales y minerales, que los rodeaban. El equilibrio de
aquella vida natural había determinado su prolongada juventud y longevidad,
cien veces superior a los hombres llamados civilizados. Sólo por las Aguas
Vivas del río prohibido sentían respeto y miedo a la vez, aquellas mansas y
cristalinas aguas en donde ellos se bañaban todos los días eran una autoridad,
que se levantaba como un juez supremo por sobre sus cabezas. Ellos sabían que
en aquellas aguas moraba la vida; pero a la vez era una línea infinita e
infranqueable, era cual jaula dorada, cercada de finos y puros diamantes. Pero
qué ansias de saber tenían ellos, de conocer y palpar qué había más allá en el
bullicioso mundo al que ni siquiera intuían. Aquella ignorancia los perturbaba,
el transcurrir su larga y perfecta vida con su trabajo cotidiano, que era
fuente de salud y bienestar en la comuna. Qué injusto les había parecido
rebelarse contra la madre que los cobijaba, cuántas veces en sus centenares de
años se engendró en sus cerebros y se anidó en sus almas el sagrado derecho de
la rebeldía; pero "qué osadía"- se dijeron- "¿Por qué no vamos a
rebelar contra la vida? ¡Si aquellas aguas son cien mil Nilos dadores de más
vida!" Pero la duda pululaba cada vez más en sus cerebros y se
preguntaban. "¿Por qué estar siempre en las manos de aquellas aguas? ¡Por
qué esta madre tan celosa que día y noche nos vigila en los infinitos meses,
años siglos, milenios... y tener que soportarla una eternidad...! ¡Ah, qué
martirio!"- exclamaban-.
Pero allí
estaban otros hombres tan bestiales, como ninguna bestia por ellos conocida,
porque hasta sus hermanos lobos, tigres y leones jugaban con ellos y
conversaban como amigos. Pero estos brutos venían con aparatos que vomitaban
fuego y acero por aire y por tierra. ¡Qué podían hacer ellos si solamente
sabían producir la fértil tierra que generosa se portaba como una madre
sacrificada!
Los militares
continuaron su brutal destrucción sin ninguna resistencia, menos de las bellas
mujeres que fueron violadas, vejadas, golpeadas, crucificadas por los salvajes
invasores. ¡Qué mansas ovejas fueron ellas en las garras de los verdaderos
lobos!
Cuando los
guerreros incendiaron y destruyeron el vergel de los hombres solos y ya casi
estaba consumado todo, los ejércitos se percataron de la gigantesca Burbuja,
que latía con vida. Entonces la ira mundana se desató contra ella. Fue
bombardeada con toneladas de acero por aire y por tierra. Pero allí seguía ella
burbujeando, latiendo, pulverizando y tragándose el acero como si fuera nada.
¡Qué insensatez, si ella era el poro por donde respiraba la vida!
Los militares
consumieron todo su material de guerra en pretender desaparecer la Burbuja de
la vida; pero todo fue en vano, impertérrita ella se erigía cada vez más
lozana, con renovado brillo y palpitante vida, si parecía que se reía y burlaba
del pobre mundano, que pretendía liquidar con su garra cochina EL ETERNO SOPLO
DE VIDA.
E P Í L O G
O
En el Jardín florido a los pocos días del
desastre renació la vida con otros frutos, animales y hombres conocidos.
Después de largos años de cautiverio los
hombres desnudos convivieron con los mundanos y el hombre conoció las entrañas
del hombre.
La Burbuja de Aguas Vivas siguió latiendo
incansablemente a través de los tiempos, por los siglos de los siglos...
INVIERNO DE 1986.
NMS.