1º EDICIÓN
DERECHOS RESERVADOS
PIURA-PERÚ. 1991.
CARÁTULA Y DIBUJOS: OSCAR ALARCÓN
PRIETO.
PRESENTACIÓN
"El
hombre
es un animal racional".
Como
razonador
alcanza inteligencia suprema.
Como
animal
utiliza su inteligencia
para hacer el mal
y llega a lo inaudito
superando infinitamente
lo bestial.
El
animal
es considerado
"ser irracional"
como tal
su grado de bestialidad
tiene límite.
Como
ser
tiene aspectos inexplorados
de razonabilidad y de nobleza.
La sabiduría del Burro
es una fábula,
que llama a meditar
sobre lo relativo
de la inteligencia
y de la conciencia
del SER hombre
y del SER
animal.
AGRADECIMIENTO
Mi
fervoroso saludo y agradecimiento
a todos los trabajadores: Obreros,
campesinos,
pobladores barriales, ambulantes, empleados
y profesionales,
que vienen haciendo posible la publicación
de mis trabajos literarios.
El Pueblo
es la
suprema fuente inagotable
de la
justicia y sabiduría,
de un
Arte Nuevo
y de
Humana Filosofía.
Piura, primavera de 1991.
LA SABIDURÍA
DEL BURRO
Rayando el alba de un luminoso día un estentóreo burro empezó a rebuznar
con profundo sentimiento. Sus demás hermanos al escucharlo empezaron a imitarlo
y en los corralones se armó un concierto de rebuznos en todos los tonos. Los
hombres se quedaron perplejos escuchando aquellas raras melodías, mientras los
burros en su canto levantaban la cabeza al cielo en señal de recogimiento.
El
amo montó en cólera porque su burro escandaloso no callaba su rebuzno y más
bien incitaba para que los demás lo siguieran. Fue hacia él con el látigo en
alto presto a desollarlo. El burro pardo calló y con voz reposada le habló:
-¿Cuándo vos rezas, oras o cantas te castigan
tus hermanos?
-No- dijo el amo admirado, poniéndose las
manos en su lacia cabellera- ¿Por qué me han de pegar?
-Justamente, eso es lo que estamos haciendo
los burros, estamos saludando, orando, cantando...
-¿A quién?- interrumpió el hombre.
-A la vida, a la naturaleza, a la
inteligencia superior...
-Pero tus rebuznos son toscos gruñidos
comparados con el trino de los ruiseñores. El canto es tan sólo de los pájaros
y ustedes los están ofendiendo.
-Los pajarillos son poetas y cantores
naturales y a los burros nos arrullan sus salmos, como nos encanta el rumor de
las aguas, el dulce canto de la mujer, el estampido del trueno, y es que la
naturaleza, toda, canta en diferentes notas. ¿Acaso no te has dado cuenta con
tu inteligencia humana que nuestro rebuzno es un rito en que se mezcla en uno
solo, la oración y el canto? ¿No te has dado cuenta que no lo hacemos a
cualquier hora y que al hacerlo levantamos al cielo nuestras miradas
pretendiendo desvelar todos los
misterios...? Nosotros los burros
comulgamos con el cosmos, ya que tenemos pura y limpia el alma.
-Pero tienen cochina la panza- dijo el amo
burlón- porque tragan yerba del suelo, de la tierra sucia.
-Si fuera eso verdad, hermano, no hubieran
burros sanos ni tuvieran tanta fortaleza para el trabajo duro y despiadado que
nos imponen los humanos. Las yerbas son potencias nutritivas, son salud; por
ejemplo, la potente alfalfa, que los burros comemos todos los días, sirve para
el cerebro y los pulmones, los hombres sabios la toman. La salud en el reino
animal es cosa normal ya que no actuamos en contra de la sabia natura; sin
embargo, el hombre es un ser enfermo, creador y portador de malignas
enfermedades, tienen sus hospitales repletos de piltrafas humanas y todo ello
por contaminar el ambiente que los rodea y trastocar su mundo interior,
alejándose de su origen para convertirse en un puerco inmundo.
-Pero digas lo que digas, bruto, el hombre es
el rey de la naturaleza porque es el ser más inteligente.
-Yo no digo lo contrario. El hombre es
inteligencia, es historia, es drama, es tiempo, es multitud; pero sería más
inteligente y sabio si viviera en armonía con la naturaleza, si fuera justo y
solidario con su misma especie, si comprendiera a los animales, a las plantas y
a las mismas piedras.
-Ya que pretendes saber, torpe, ¿Por qué a
veces eres necio, caprichoso y rebelde?
-Amigo mío- Respondió el piajeno- el
conocimiento es una brasa roja incandescente y está íntimamente ligada a la
rebelión. El hombre le debe mucho a su conocimiento y a su justa rebeldía. Los
burros nos rebelamos cuando nos maltratan y nos castigan injustamente. No es
que seamos necios, ni caprichosos, hay veces que el peso es demasiado grande y
encima ustedes se montan en el lomo del burro dándonos de palos para que
avancemos. Esto es el colmo de la injusticia y contra ella nos rebelamos. Al
igual que ustedes contra el sistema opresivo o como cuando se rebela la madre
natura contra las explosiones nucleares en los fondos marinos, al reaccionar
con inteligencia cósmica generando cataclismos y desastres a fin de
equilibrarse. Y el hombre que las ha engendrado habla de "fuerzas ciegas
de la naturaleza", cuando en realidad el ciego es él. Ciertos hombres y
sus pueblos se rebelan con justa razón, teniendo como cimiento el trabajo digno
y por ser éste creación y redención su protesta alcanza justificación suprema.
Cuando nos rebelamos los burros alcanzamos justamente la dicha de semejarnos al
hombre, a su aspecto más elevado de espíritus avanzados.
-El trabajo es un deber en el hombre-
insistió el amo, caminando descalzo en medio del sol- y en el animal es
doblemente deber.
-El trabajo debería ser una ley natural en
todos los seres- asintió el burro, aminorando su paso- no hablemos de doble, ni
de triple, es una gran responsabilidad, quien cumple deberes exige derechos y
el hombre por ser la criatura más inteligente está en condición de comprender
con razonamiento superior a los animales que le trabajan.
-En el trabajo hay hombres que maltratan a
otros hombres- sentenció el amo- ¿Acaso no sabes de la existencia de hombres
que durante su vida se pudren trabajando de sol a luna y mueren soterrados como
topos?
-Conozco el maltrato entre su género causante
del atraso y degeneración humana, y todo por la bolsa de oro, quien la posee se
apodera de un sentimiento diabólico en que la avaricia genera su mar negro de
tiburones con la que devora inocentes. Y su sed de sangre fresca es insaciable
con tal de seguir acumulando oro hasta el infinito. Y con ese satánico objetivo
perpetran guerras y matanzas. Conozco, amigo, la condición de la humanidad, la
barbarie de los imperios insaciables, que son lobos y hienas para las naciones
pobres. ¡He allí sus colmillos apocalípticos con que nos desgarran hasta el
alma!
-¡Ya ves cómo trata mal el hombre al propio
hombre! ¿Cómo crees animal que debemos tratar bien al burro?
-¡Alto amigo!- levantó la voz el asno
pensativo, alzando su limpia mirada y estirando sus orejas- los malos son los
menos, es verdad que controlan el mundo con sus armas y sus bolsas de oro. Pero
por otro lado, se da una encarnizada lucha por el bien común. Hay hombres
buenos, mansos y sabios, que cuidan como la niña de sus ojos a sus animales y a
sus pequeñas parcelas; curan la sarna a los perros callejeros, curan las
heridas a los burros abandonados y les dan leche fresca a los gatitos tirados
en los basurales... y así hay hombres tan buenos como santos; otros son tan
desprendidos y justos que ofrendan sus vidas por el bien de sus pueblos. Por eso
yo sí creo en el hombre, creo en su regeneración sincera.
-Pero a esos humanos de que me hablas hay que
buscarlos con lupa o como aguja en un pajar, ya que los hombres por instinto
somos malos, tenemos el alma repleta de odio. ¿Acaso tú no odias al hombre por
tenerte en condición de esclavo, de cautivo?
-Es que el odio no ha caído del cielo, por
arte de magia, sino que es un mal terreno, consecuencia de la injusticia de
ciertos hombres, que han engendrado todo un abominable sistema opresivo, y toda
esa violencia concentrada ejercida a través de los siglos y de los milenios ha
calado hondamente en el alma del hombre.
-Pero dime ¿Tú odias?- preguntó afanoso el
amo.
-La repugnancia a los entes malignos la
tienen los ángeles y hasta el mismísimo Dios bueno de todos los tiempos,
entonces por qué no los burros, criaturas rebeldes con justa causa.
-Ya ves como tú también odias y pretendes
encubrirte con ingenuidad de cordero.
-Sí, tengo aversión a víboras, a lobos y al corazón de hiena de
ciertos hombres malvados.
-¿Y me odias a mí?- preguntó el amo asustado,
desorbitando sus grandes ojos negros.
-Vos eres un campesino pobre y te semejas a
un río cristalino y torrentoso. La fuerza concentrada no enturbia tus manantial;
pero tu impetuosidad puede desbordar el cauce. Y esas son tus injusticias, tus demonios, que al acumularse
acarrean desgracias.
-¿Y cuáles son esos demonios que tengo?-
-El maltrato a tu compañera, a tus hijos, a tus
animales. A veces te corroe el odio, el egoísmo, la vanidad, la envidia...
-Pero con la mujer hay que tener los
pantalones bien puestos, el que monta manda. ¿Acaso vos al pisar a tu hembra no
la sometes a la fuerza a tal punto que la burra te patea hasta los huevos...?
-El hombre y la mujer son una unidad y debe
prevalecer la igualdad de derechos, sin machismos cobardes ni feminismos
tontos. Tu mujer se saca el ancho en los quehaceres de casa y encima la
maltratas, no reconociéndole su trabajo agobiante, la haces sufrir como madre
al no comprender a tus hijos, que siempre te reclaman cariño y amor. Qué
ejemplo puedes dar y qué autoridad moral puedes tener si te vas por allí con
otras mujeres, si te vas por allí con las malas juntas a beber el venenoso
alcohol y luego te veo sin ningún centavo renegar y maldecir hasta babear. En
cuanto a mi burra yo cumplo con mis deberes y obligaciones que me manda la
naturaleza, y no confundamos las patadas que me dá, esas son "muestras de
amor", y nosotros los burros comprendemos bien ese lenguaje sexual
exquisito; pero tú no lo vayas a emplear eh... cada cosa en su lugar,
"cada oveja con su pareja".
-¿Pero tú crees que esas faltas con mi mujer
y la vida, esos "pequeños demonios" pueden acarrear tempestades? ¿Si
sólo son pecados veniales!
-Ah, hermano hombre, no te has dado cuenta
que lo bueno y lo malo empiezan siendo pequeños y luego se desarrollan. El
cáncer empieza dañando una célula y luego se multiplica hasta no dejar tejido
sano. Si eres vanidoso y egoísta con tus hermanos ¿Cómo les vas a exigir
justicia a los demonios colosales? Son también esos "pequeños
demonios" cómplices del abominable sistema ya que corroen y aletargan la
conciencia de los humildes, exclamando muchas veces: ¡Si roba, si explota, si
estafa el grande! ¿Por qué no el pequeño? Son pues verdaderos monstruos y no simples
rabos de paja de los humildes, son verdadero caldo de cultivo potenciado por el
sistema en su gran chantaje. Nosotros los burros jamás tenemos sentimientos
malsanos. El burro no siente envidia del perro que se pasea orondo en la sala
del hombre, ni del gato que juega y brincotea en sus techos, ni menos de la
vaca que le dá su exquisita y nutritiva leche. Nosotros nos sentimos en
sintonía con el cosmos siendo útiles a la madre natura y al humano, ya que el
trabajo nos redime, lo malo es que el hombre abusa del trabajo del burro y lo
esclaviza...
-Pero ya te he dicho que el mundo es así, ya
nada ni nadie lo cambia, ni las mismas guerras. No seas necio, no seas tan
burro, comprende.
-Las guerras- exclamó el asno, tomando aire
con sus potentes pulmones- son consecuencia de este injusto sistema, es el odio
potenciado entre hordas salvajes modernas, es la barbarie en carne viva, es la
peste de pestes y nadie en su sano juicio las desearía; pero se dan en el mundo
así no las queramos, y no hay que asustarse, hasta Dios del cielo está en
perpetua guerra con Satanás de las
tinieblas. Sí, hay que distinguir entre las guerras opresoras, esclavizadoras, sometedoras, de las guerras justas y
liberadoras de los pueblos oprimidos. Las primeras están por perpetuar los privilegios,
la opresión y exterminio de los pueblos y están contra el progreso de la
humanidad. Las otras están por su liberación, por el progreso y son históricas
porque enarbolan una paz perdurable de vida.
-Esos son sueños del siglo XX, burrito, y de
sueños viven los tontos.
-Tontos son los que se dejan engatusar con
migajas y con una vida terrena que es un infierno de calamidades y una paz
sembrada de cruces; pero el burro no se engaña, pues sabe del bozal y del
látigo del hombre.
-Para hacer realidad tus sueños tendría que
unirse el mundo y la división es tan grande entre blancos, negros, chinos, indios,
cholos...
-El problema de las razas no es una traba
fundamental, es un factor de peso, es verdad, lo central es el injusto sistema,
la explotación del hombre por el hombre, de imperios contra naciones, de ricos
contra pobres. No te engañes en relacionar sólo blanco-explotador. Hay chinos,
negros, cholos con poder económico que son lobos para sus hermanos.
-Pero superar todas esas diferencias de
razas, religiones, ideologías... es imposible, ya que los hombres somos adictos
a la degeneración.
-La historia del hombre ha demostrado la
posibilidad de superar las grandes barreras y su aspecto bueno siempre lucha
por no retroceder a las cavernas, aunque los miserables al verse perdidos
podrían hacerlo. Si se da lo peor, la tierra parirá con dolor nuevamente al
hombre, que tomando como lección su drama pasado reconstruirá de las cenizas
una nueva civilización bajo otras condiciones y otra moral.
-Estás loco, amigo burro. Tu cuerpo grandote
es pura pantalla, pues te patina el coco.
-Con mi potaje diario de alfalfa estoy más
cuerdo que Sócrates y mas fuerte que Hércules.
-¿Por que eres grandazo y tienes cuatro patas
te crees más fuerte que el hombre?
-Tú lo has dicho; pero jamás abuso de mi
fuerza. ¿Acaso tú has visto al burro pegarle al chivo, a la oveja o al cordero?
A pesar de la debilidad de estos hermanos jamás el burro es abusivo; sin
embargo, ustedes golpean y humillan a los débiles...
-Serás fuerte, pero eres una bestia fea con
esas cuatro patas y esos cascos tan prehistóricos.
-La belleza es relativa en la naturaleza. La
fuerza es bella. La inteligencia es bella. Aún la ferocidad del puma. Qué
ridículo y feo sería el hombre si
anduviera gateando o de rodillas. Quizá el burro se hubiese visto temerario y
más hermoso si anduviera sólo con sus patas traseras y levantando al cielo las
delanteras.
-Entonces no servirías para transportar carga
y serías una bestia agresiva.
-Los hombres me respetarían, como respetan,
admiran y temen al león, al tigre, a la pantera; pero la naturaleza con
inteligencia suprema ha puesto un orden magistral, que hasta mis cascos están
bien puestos, si no los tuviera no serviría para transportar cargas enormes en
medio de tantas piedras y espinas, que me desollarían mis pobres pezuñas. ¿Qué
sería del hombre sin sus células pensativas? Un idiota con dos patas que se
hubiera extinguido de la faz de la tierra como un bicho cualquiera. Si hablamos
de humana belleza en relación al burro, cuidado con nuestros grandes y
profundos ojos, cuidado con otras cualidades físicas que muchos hombres
quisieran poseer...
-¡Ah, mañoso!-dijo el hombre riéndose
malicioso- ya sé a lo que te refieres, a tu sexo.
-De eso ni me hables, los burros tenemos
larga... ventaja...
-¿Por que la tienes grande te crees machazo?
-Yo no lo digo sino ustedes, los hombres.
Aprecien la felicidad de mis congéneres en este aspecto, y si acaso quieres
saber la medida de mi complacencia tendrás que preguntárselo a mi hembra...
-¡Ah carajo, eres penden...ciero, burro
jijuna...
-Yo no hablo lisuras, ustedes son los que han
inventado infinidad de cuentos y bascosidades a costillas de nuestro miembro,
ya que reconocen que el burro lo tiene bien puesto, aunque aquello no es la
clave porque toda la llave maestra está en la mente del ser.
-Pero cuando vas cargado hamaqueas el trasero
como una mañosa.
-Es verdad, cuando voy demasiado cargado
tengo que medir paso por paso y se me quieren salir hasta los riñones; pero en
lugar de producirte mofa debería darte vergüenza, ya que te hunde más en tu
bajeza.
-El hecho es que cuando vas recargado te
asemejas a una hembra en celo.
-Una cosa es parecer por la fuerza de la
bestialidad y cosa diferente es serlo.
Los burros tenemos la cabeza y los testículos bien puestos.
-Me fatigas con tu cháchara hueca...
-Al hombre le aterran sus grandes verdades.
-Ya no te hagas el loco, es hora de trabajar,
hasta cuando vas a seguir filosofando- dijo el amo arremangándose su eterna
camisa caqui.
-Pero si el trabajo en sí es una filosofía.
-Ya basta de fantasías- dijo el hombre
ensillando su burro- vamos al trabajo, te estás poniendo zángano.
-¡Zángano! ¡zángano!- exclamó el asno- son
esa banda siniestra de gusanos que medran a costas del trabajo ajeno y se
revuelcan en cadáveres...
-Pero ustedes trabajan a desgano y hay que
estarlos arreando siempre.
-En la forma que el hombre nos ha impuesto el
trabajo es una esclavitud y un gran sufrimiento. ¿Acaso no te has fijado en los
ojos de dolor del burro en la descomunal faena? ¿No has escrutado su infinita
tristeza consecuencia de la incomprensión humana? Cuando estamos con nuestras
crías pastando en los invernaderos, la vida es dichosa y placentera, nos
olvidamos de todas las pesadillas y nos igualamos a los buenos humanos; pero no por ello
abusamos de la libertad gloriosa, que como galardón supremo nos ofrece la vida
en su gran sabiduría.
-Ya déjate de charlatanerías y demuéstrame concretamente
en nuestra diaria faena que eres burro cuerdo y no eres necio.
Y
el hombre pensó un momento y de inmediato se chupó los labios dando la respuesta:
-Puchch ...puch .....puch.
-Y cuando quieres que me detenga ¿Cómo me
dices?
-Sooooó ............. sooooó.
-¿Y yo ENTIENDO tu lenguaje sencillo?
-¡Sí!- exclamó el hombre- ENTIENDO.
El
hombre se quedó meditando ..., LE PARECÍA MENTIRA QUE EL BURRO ENTENDIERA.
Entonces se le vino un mal pensamiento, de los que guarda en su conciencia el
lado oscuro humano. "Hoy lo jodo", pensó. Y montando en el burro lo
llevó rumbo a una montaña. Después de haber cabalgado unas horas llegó a la
cumbre en donde se veía la negrura de un precipicio. El hombre desmontó y con
su pensamiento turbado le habló:
-¿Dices que entiendes?
-¡Sí!- respondió el burro meditativo.
-Muy bien- exclamó el hombre.
Y
poniendo al burro de cara al abismo empezó a chuparse los labios, para que el
burro avanzara.
-Puchch ... puchch... puchch.
Se
chupaba el hombre los labios. El burro seguía parado.
-Puchchch ... puchpuchpuch...
Y el
burro impertérrito sin moverse, como un algarrobo bien plantado. Entonces el
hombre al no ser obedecido se llenó de odio y cogió el viejo látigo y descargó
su furia ciega sobre el lomo y cabeza del burro desgarrándole hasta las
entrañas, gritando como un loco, que "el burro no entendía", que
"era un bruto".
El
Burro con su dolor a cuestas y con voz quebrantada le dijo:
-Precisamente PORQUE ENTIENDO NO ME ARROJO AL
ABISMO, si lo haría me igualaría a ciertos hombres cobardes que se derrumban
ante las dificultades o doblan sus rodillas ante el sistema opresivo sin tener
la valentía de levantarse y luchar con
todo coraje. Si tú, hermano, eres asesino, arrójame con tus propias manos.
El hombre
fue tocado en lo más sensible de su alma, que lo hizo volver a su cabal
sentido. Le volteó la cara al burro, observando que sus grandes ojos eran
manantiales cristalinos. El hombre se sintió ruin, rebajado a la condición de
homicida. De súbito, con sincero afecto abrazó con todas sus fuerzas a su buen
piajeno, COMPRENDIENDO POR FIN LA SABIDURÍA Y NOBLEZA DEL BURRO.
El
burro lleno de dicha y alegría desde lo alto de la montaña desplegó a los
cuatro vientos, cual gloriosa bandera, su rebuzno sonoro... y el eco
multitudinario esparció el sonido por todos los confines del globo, llegando a
las aldeas más lejanas, siendo recibido por los hombres humildes de la tierra
como señal de buenas nuevas...
LA SABIDURÍA DEL BURRO, de Nicolás Masías Sosa se terminó de imprimir
en la ciudad de Piura el día 16 de Diciembre de 1991 en los Talleres
Tipográficos de IMDISER por encargo de PÁVEL EDITORES.