martes, 6 de diciembre de 2016

FÁBULAS DEL LIBRO EL TRINO EN LA SELVA (CUARTA ENTREGA)

FÁBULA DEL LÁPIZ Y EL PAPEL




El Lápiz le dijo al Papel:

—¿Sabes? Soy la herramienta más extraordinaria que ha inventado el hombre.
—¿Por qué? —preguntó el Papel.
—Pues con mi auxilio se han hecho los grandes inventos, las fórmulas, los postulados, las doctrinas; en síntesis, las filosofías, las artes, las ciencias, las religiones y todas las creencias del hombre.
—¡Ah! —respondió meditativo el Papel— sin mi ayuda no hubieses podido hacer nada de lo que has mencionado, pues no tendrías dónde escribir.
—Es verdad —asintió el Lápiz, avergonzado.
—Y de seguro que sin nosotros —reafirmó el Papel— el hombre hubiera ideado otras herramientas para suplantarnos.
—¡Sí! —movió la cabeza el Lápiz— el hombre es capaz de todo lo bueno y lo malo, su historia lo demuestra.
—¿Para qué, entonces, envanecernos? —sentenció el Papel
— Si hasta hoy hemos cumplido con modestia nuestra misión y siempre nos han considerado como las herramientas más sencillas que ha utilizado el hombre en sus grandes aportes a la humanidad.
—Me has convencido, hermano, perdóname. Se me había contagiado la arrogancia del hombre mediocre. Sigamos siendo sencillos como siempre. Y ahora calla. Siento los pasos del Artista. Seguro que va a escribir algo.

El Escritor cogió con cariño el Lápiz, meditó un momento y luego estampó en el blanco Papel este pensamiento:

“Con las simples herramientas del Lápiz y el Papel el hombre ha creado universos de sabiduría y de placer.”



 

UN GRANITO DE ARENA

 Para el inventor de caricias

UN GRANITO DE ARENA

—Padre, ¿dónde radica la grandeza del hombre?
—Radica en su sencillez, hijo.
—¿Cómo así, padre?
—Por ejemplo, un granito de arena es insignificante, pero ese simple grano es parte del eslabón de toda la cadena que forma el universo. A través de esa partícula, de ese microcosmos, se puede estudiar y deducir el universo entero.
—Pero nosotros, padre, no lo tomamos en cuenta.
—Así es, hijo, la grandeza no necesita agigantarse para que todos la vean, sino que muchas veces se camufla, se hace invisible, como un espíritu.
—Entonces, lo grande puede ser pequeño, padre.
—Sí, hijo, lo grandioso puede ser pequeño y hasta invisible a los ojos del mundo, por eso alguien ha escrito:


Hallé sentido a la vida
hurgando en la sencillez,
no en la falsa brillantez
de la humanidad perdida.
Lo más hermoso se anida
en un granito de arena,
que construye la cadena
del infinito universo;
es que se escribió en verso
en el azul de la escena.






LAS FURIAS

                                                          A mis hermanos nativos de la selva amazónica
                                                          que han ofrendado sus vidas
                                                          en la lucha contra las hordas genocidas
                                                          por defender este pulmón del planeta.



LAS FURIAS


A mis hermanos nativos de la selva amazónica
que han ofrendado sus vidas
en la lucha contra las hordas genocidas
por defender este pulmón del planeta.

—¿Por qué la naturaleza se encoleriza, padre? ¿Por qué las inundaciones, los huracanes, los cataclismos?
—Porque son las furias naturales y extra naturales de la Madre Natura, hijo.
—¿Naturales?, ¿por qué?
—La naturaleza, hijo mío, tiene sus fiebres, sus desfogues, sus dolores, sus desarrollos. Es un ser vivo, dialéctico, en permanente evolución.
—¿Y por qué extra naturales?
—Es la respuesta de la naturaleza a la agresión que le hace el hombre.
—Pero, ¿cómo agrede el hombre a la naturaleza, padre?
—Con toda clase de venenos, humos tóxicos, con la tala de sus bosques, con desechos industriales, con las explosiones nucleares en sus entrañas y con multitud de venenos que la contaminan.
—¿Entonces ella se molesta como si sintiera, padre?
—Así es, se enfurece porque la están matando cada vez más de prisa las grandes potencias industriales y los ricos de todos los países del mundo.
—Padre, también al mar lo contaminan.
—Sí, hijo, millones de peces mueren a diario porque en las entrañas submarinas se realizan ensayos nucleares y se arroja toda clase de desechos radiactivos. En nuestra atmósfera también aumenta cada minuto la contaminación.
—¿Y el hombre no puede dejar de agredirla, padre?
—¡Ah, hijo mío, qué bueno sería que el hombre comprenda que no debe matar a la Madre que nos da la vida! Pero el rico, el de la bolsa de oro, es egoísta y tiene intereses poderosos en todo el mundo.
—¿Y qué se puede hacer, padre?
—Se puede hacer la más grande cruzada de todos los tiempos desde que el hombre apareció en la tierra para salvar a nuestra Madre. Todos los pueblos del mundo, todos los hombres de buena voluntad deberán luchar con los medios poderosos de la verdad, la razón y la justicia contra ese puñado de criminales de nuestra Madre Natura y detener así la contaminación. Es nuestra única alternativa para salvaguardar la vida de todas las especies de la tierra.


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