EL RUISEÑOR Y EL ROSAL
En un Rosal cantó el Ruiseñor sus hondas melodías, alegrando a las delicadas Rosas.
La más hermosa le dijo:
—¿Por qué el cielo no me dio la gracia de entonar tus trinos?
—¿Y cómo el poderoso no me dio un cachito de tu belleza? —respondió el Ruiseñor, mirándose su desteñido plumaje.
—¡Porque nunca estamos contentos con lo que somos! —musitó la Rosa más bella.
—¡O quizá porque los seres aspiramos a ser cada vez mejores! —dijo el Ruiseñor apesadumbrado.
—¡Hay cosas irreversibles, hijos míos! —habló amablemente el espíritu del Rosal—. En el universo hay esencias que no pueden ser transgredidas, pero todas tienen su belleza y encanto. Tú, Ruiseñor, posees el don extraordinario de trinar como los ángeles, aunque tu plumaje no sea tan bello. Y tú, hijita Rosa, no cantas como el Ruiseñor, pero tu hermosura es una de las más exquisitas aquí en la tierra.
—Es verdad, padre —dijo la bella Rosa.
—Es verdad —reafirmó con su canto el Ruiseñor.
—Hijos míos —solicitó el espíritu del Rosal con amorosa alegría—, juntaos en el Rosal, el Ruiseñor y las Rosas, para encarnar un paraíso de música y poesía.
Moraleja
Cuando el don y la belleza se hermanan,
el universo canta y las almas se aclaran.
LA MARIPOSA Y LA FLOR
A Sole, mi amor, mi compañera


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nicolas masias


