FÁBULA: LA UNIÓN (*)
A los pueblo, por su UNIÓN,
en su incesante LUCHA
por la JUSTICIA
y contra toda forma
de corrupción.
En los Andes se reunieron los animales para
discutir la forma de liberarse del Puma, que los venía exterminando.
—Hay que
pedirle diálogo— dijeron las inocentes Llamas, mirando con sus ojos mansos.
—¡Ése no
entiende de diálogo!— dijo el Zorro muy severo.
—Entre todos
pidamos audiencia— dijeron las amables Vicuñas.
—Será en vano y
aprovechará para hacer una matanza— intervino el Guanaco, que muy poco hablaba.
—Supliquémosle
que nos deje en paz— se manifestaron las delicadas Alpacas.
—¡Eso es
imposible, es una fiera terrible— exclamó el hábil Conejo.
—¿Qué haremos
hermanos?— habló el manso Perro, que había sufrido la muerte de sus cachorros.
—¿Qué dices tú,
hermano Cuy, que estás tan pensativo?— habló el bondadoso Burro.
—Hay una forma
de sacarlo de aquí— dijo el ingenioso Cuy convencido— ya que nadie aislado puede
medir sus fuerzas con el desalmado.
—¿Cuál es?—
interrogó el Zorro.
—Para esta
acción se requiere astucia y coraje hermanos— manifestó el pequeño Cuy
levantando su puño.
—¿De qué se
trata?— interrogó el Conejo.
—Se trata de
que todos vamos a fingir estar locos, de que nos ha caído el mal de la rabia—
dijo persuasivo el Cuy.
—Entonces nos
empezaremos a morder unos a otros para que se la crea el Puma— reforzó la
mentira el Conejo.
—¡Pero hay una
cosa que solucionar!— dijo enérgico el Cuy.
—¿Cuál?—
interrogaron todos.
—Uno de
nosotros tiene que actuar de cuerdo, que no tiene el mal, es quien engañará al
Puma— aseveró con fuerza el Cuy.
—¡Que sea el
Conejo!— gritó apresurado el astuto Zorro— porque a mí no me creerá, el Puma me
tiene tirria.
—¿Qué dices
Conejo?— interrogó muy serio el Cuy.
—¡Por el bien
de toda la comuna lo haré!— exclamó eufórico el Conejo— le gritaré al Puma
desde la boca de mi guarida, ya pensaré lo que le diré.
—¡Bien hecho
hermano, así se habla!— dijo muy alegre el Cuy, y todos aplaudieron.
Cuando declinaba la tarde el Cuy dio la voz
de alarma, que el Puma bajaba a cazar como de costumbre.
De inmediato todos los animales en la
quebrada se pusieron a correr y fingir morderse unos a otros.
El Puma que en un principio se alegró de ver
tantos animales al alcance de sus fauces, se paró en seco al ver la actitud
agresiva de las dóciles Llamas, Alpacas, Vicuñas, Guanacos… En eso que estaba
observando sacó la cabeza desde su guarida el Conejo y gritó:
—¡Señor Puma,
cuidado le vayan a contagiar la rabia esos animales locos!
—¿Qué se han
contagiado con la rabia?— interrogó preocupado el vozarrón del Puma.
—¡Sí señor!—
respondió el Conejo— una jauría de perros rabiosos lo han mordido, yo logré
meterme a mi cueva.
—¿Qué se han
vuelto locos que no dejan de morderse?
—¡Si señor,
están locos perdidos, le han mordido también al Jaguar y está loco de remate.
—¿Qué el Jaguar
está con la rabia?
—¡Sí señor, el
Jaguar está haciendo estragos en la otra quebrada, ya no demora en regresar, me
preguntó por usted!
—¿Por mí?—
resopló preocupado el Puma.
—Sí señor, por
usted, dijo que antes de morir quería saldar unas cuentas pendientes y que no
pararía hasta encontrarlo.
—¡Eso es lo que
ha dicho!
—¡Sí señor!
—¡Me quiere
contagiar la rabia el muy cobarde!— bramó el Puma indignado, mientras salía
corriendo, como un ratón asustado.
El Cuy corrió para abrazar al Conejo por el
éxito del plan, y todos los animales se unieron al festejo.
¡La unidad por una causa justa
es la mejor
garantía
contra toda
villanía!
Alcalá de Henares, invierno, 01 de enero de 2019.
NMS.
Alcalá de Henares, invierno, 01 de enero de 2019.
NMS.
(*) Fábula publicada en mi Blog de Literatura el 13-set-2015,
en solidaridad con los inmigrantes y refugiados.
(**) Ilustración de Martín Vite Bautista.
2 comentarios:
Me gusto mucho tu fabula, muy orgullosa de tus logros tío.
Me gusto mucho tu fabula, muy orgullosa de tus logros tío.
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