DIÁLOGO:
EL BURRO Y EL MONO (*)
III
—Eres un amigo noble
al que se da la amistad
como a un frondoso roble
lleno de fraternidad.
Como has tenido confianza
en este pobre Monito
yo te contaré mi historia
sin hacer de mí alabanza,
pues no soy el Dios bendito
que hay que poner en la
gloria.
Yo aquí en este bosque
espeso
jugando en todo momento
con monos de la manada
con singular embeleso
comemos a carcajada
el delicioso alimento.
Nos burlamos del rey león
cuando ha salido de caza
nos ponemos en acción
lanzándole calabaza,
y si damos en la diana
el león da fuerte rugido,
la selva se paraliza
como asustadiza rana
y al verlo renguear herido
nos matamos de la risa.
El Zorrito adefesiero
cuando no tiene carroña
nos pide la rica fruta,
lo que pedimos primero
es que toque la zampoña
y baile como recluta.
Y como entonar no puede
se desespera al soplar
ningún sonido le cede
poniéndose a lloriquear.
La manada es conmovida
por el sagaz trapacero
que le brinda la comida
y se la engulle el ratero
como un buitre carroñero.
Las hienas son especiales,
verdad que son repudiables;
pero habrá que aprender de
ellas:
unidas, inquebrantables,
persistentes, indomables
y rápidas cual centellas.
¡Pobre del que cae al suelo
es devorado en el acto
por las crueles asesinas!
Nos miran con mucho tacto
dilatando sus retinas
y en su salivar su anhelo
para saciar su desvelo.
De ellas también nos
burlamos
les tiramos grandes ramas
con gigantescas espinas
y al ser muchas no fallamos,
se revuelcan por las gramas
aullando con sus bocinas.
Toda la selva festeja
y salta con alborozo
y la manada de gozo
de risa se despelleja.
El Tigre sí es de respeto
nos ataca en cielo oscuro
ya que trepa con cautela,
avanza y se queda quieto
y sus ojos de candela
brillan cual diamante puro.
La manada lo señala
armándose un alboroto,
la selva rompe su calma
y viste su mejor gala,
la masa con toda su alma
acusa al felino roto.
El tigre lleno de tirria
del árbol da un salto al
suelo;
pero sigue acorralado
por una selva de furia,
que nunca cede en su celo
y al fin huye agazapado.
La masa estalla de risa
y todo el mundo celebra
el fracaso de la fiera.
Pero a veces es concisa
y con su ataque certera
como maligna culebra.
¡Ay, qué dolor nos embarga,
todo los esfuerzos vanos
y los débiles hermanos
sufren pena tan amarga!
La manada adolorida
llora con esa tragedia
haciéndose precavida
ante el peligro que asedia.
—Ay, cuanto dolor, Monito,
a los pobres nos aqueja,
pero hay que seguir clamando
y ser cual panal de abeja,
que con valor infinito
siempre unidas luchando.
—Sé muy bien de ese valor
que me pones de ejemplo
nunca he visto tanto amor
por defender digno templo.
—Sigamos por esa senda
como una estrella de guía
para que no nos sorprenda
la malvada villanía.
Continuará.
Alcalá de henares, invierno
de 2019.
(*)
Cuadernos de NMS: Diálogos.
(**)
Ilustración Martín Vite Bautista.
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