viernes, 11 de enero de 2019

III. DIÁLOGO: EL BURRO Y EL MONO






DIÁLOGO: EL BURRO Y EL MONO (*)

III




A mi querido sobrino David Salomón

en su lucha por salir adelante.



DIÁLOGO: EL BURRO Y EL MONO (*)


III


A mi querido sobrino David Salomón

en su lucha por salir adelante.



—Eres un amigo noble,

 al que se da la amistad

 como a un frondoso roble

 lleno de fraternidad.

 Como has tenido confianza

 en este pobre Monito,

 yo te contaré mi historia

 sin hacerme alabanza,

 pues no soy el Dios bendito

 que hay que poner en la gloria.

Aquí, en este bosque espeso,

 jugando en todo momento

 con monos de la manada

 y con singular embeleso,

 comemos a carcajadas

 el sabroso alimento.

 Nos burlamos del rey león

 cuando ha salido de caza,

 nos ponemos en acción

 lanzándole calabaza;

 y si damos en la diana,

 el león da fuerte rugido,

 la selva se paraliza

 como asustada rana,

 y al verlo renguear herido,

 nos matamos de la risa.

El zorrito adefesiero,

 cuando no tiene carroña,

 nos pide la rica fruta;

 pero lo primero, entero,

 es que toque la zampoña

 y baile como recluta.

 Como entonar no consigue,

 se desespera al soplar,

 ningún sonido le sigue,

 poniéndose a lloriquear.

 La manada conmovida,

 ante el sagaz trapacero,

 le brinda la rica comida,

 y se la engulle el ratero

 como buitre carroñero.

Las hienas son especiales,

 verdad que son detestables,

 pero hay que aprender de ellas:

 unidas, inquebrantables,

 persistentes, indomables

 y rápidas cual centellas.

 ¡Pobre del que cae al suelo!

 Es devorado en el acto

 por las crueles asesinas.

 Nos miran con mucho tacto,

 dilatando sus retinas,

 y en su salivar su anhelo

 por saciar pronto su celo.

De ellas también nos burlamos:

 les tiramos grandes ramas

 con gigantescas espinas,

 y al ser muchas, no fallamos;

 se revuelcan por las gramas

 aullando con sus bocinas.

 Toda la selva festeja

 y salta con alborozo,

 y la manada, de gozo,

 de risa se despelleja.

El tigre sí es de respeto;

 nos ataca en cielo oscuro,

 ya que trepa con cautela,

 avanza y se queda quieto,

 y sus ojos de candela

 brillan cual diamante puro.

 La manada lo señala,

 armándose un alboroto;

 la selva rompe su calma

 y viste su mejor gala.

 La masa con toda el alma

 acusa al felino roto.

El tigre, lleno de tirria,

 del árbol da un salto al suelo;

 pero sigue acorralado

 por una selva de furia

 que nunca cede en su celo,

 y al fin huye agazapado.

 La masa estalla de risa

 y todo el mundo celebra

 el fracaso de la fiera.

 Pero a veces es concisa

 y con su ataque certera,

 como maligna culebra.

¡Ay, qué dolor nos embarga!

 Todos los esfuerzos vanos,

 y los débiles hermanos

 sufren pena tan amarga.

 La manada adolorida

 llora con esa tragedia,

 haciéndose más precavida

 ante el peligro que asedia.

—¡Ay, cuánto dolor, Monito,

 a los pobres nos aqueja!

 Pero hay que seguir clamando

 y ser cual panal de abeja,

 que con valor infinito

 sigan unidas luchando.

—Sé muy bien de ese valor

 que me pones de ejemplo,

 nunca he visto tanto amor

 por defender digno templo.

—Sigamos por esa senda,

 como una estrella de guía,

 para que no nos sorprenda

 la malvada villanía.

Continuará...


Alcalá de Henares, invierno de 2019.

(*) Cuadernos de NMS: Diálogos.

 (**) Ilustración: Martín Vite Bautista.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Bluehost