Fuente: EL PERIÓDICO DE YECLA (Refugiados sirios)
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “¡Tanto amor, y no poder nada contra la
muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
CÉSAR VALLEJO, del libro España, aparta de mí este cáliz.
Biblioteca Clásicos del Perú, César Vallejo, Obras Completas,
pág. 792.
El mal invadió el bosque y hombres y animales morían. El Cuervo se puso a luchar contra el mal; pero el mal era más poderoso que el Cuervo, a quien dejó malherido.
MASA
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “¡Tanto amor, y no poder nada contra la
muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
CÉSAR VALLEJO, del libro España, aparta de mí este cáliz.
Biblioteca Clásicos del Perú, César Vallejo, Obras Completas,
pág. 792.
F Á B U L A S
FÁBULA: EL CUERVO PERSEGUIDO (*)
El mal invadió el bosque y hombres y animales morían. El Cuervo se puso a luchar contra el mal; pero el mal era más poderoso que el Cuervo, a quien dejó malherido.
Entonces los hombres vieron sospechoso al Cuervo y lo culparon del mal de la peste, porque argumentaron que "era pájaro maldito" y empezaron a perseguirlo para matarlo. En la cacería morían muchos pájaros y al Cuervo no lo podían matar.
—¡Vete de aquí, hermano Cuervo!— le dijeron los demás pájaros.
—¡Por piedad, vete—le suplicaron— la peste y la matanza que nos hace el hombre nos está exterminando!
—¡Si, hermanos, me voy— dijo muy triste el Cuervo con el dolor en su corazón — todo mal que sufre la Madre Naturaleza ella misma con su innata sabiduría lo curará; pero el mal que padece el hombre maligno es difícil de curar contra el cual hay que luchar sin cesar!
El Lobo calumnió al Burro de haber matado al cachorro del rey León.
El rey de la selva quiso aleccionar a todos los animales, los reunió para condenar en público al vil asesino.
-¡Yo no como carne señor rey- dijo el dócil Burro con los ojos llorosos.
-El pasto está escaso y el Burro ha degenerado, por eso ha comido carne- acusó el Lobo.
-¡Pero el olor de las huellas son de fiera! ¿Cómo explicas esto Lobo?- preguntó el León irritado.
-El Burro ha borrado sus rastros, para inculpar a las fieras-se defendió el Lobo.
-Pero el Burro usa cascos y sus pìsadas son bien claras, y las que están en el lugar del crimen son garras. ¿Qué dices Lobo?- interrogó con los ojos chispeantes el rey León.
-Entonces han sido las Hienas-dijo el Lobo.
-¡Ahora cambias tu acusación¡ ¡Está claro que no ha sido el Burro! Entonces culpas a las Hienas ¿Verdad?- interrogó furioso el rey León.
-Sí han sido las Hienas!- dijo el Lobo con vehemencia.
-¿Qué pruebas tienes?
-¡Que son devoradoras de cachorros!-respondió el Lobo.
-¡Tú también lo eres!
-¡Pero yo respeto a su familia y soy leal- dijo el Lobo, ya cansado.
-¡Precisamente esa lealtad quiero que me la demuestres!
-¡Me someto a la prueba que usted diga majestad!
-¡Pues quiero oler tu garganta!- sentenció el León resolutivo.
El Lobo hizo un largo silencio y luego agachó sus orejas e hincó sus patas delanteras y exclamó con voz temblorosa.
-¡He sido yo señor! ¡Tengo doble culpa: he matado a tu hijo y he calumniado al Burro!
-¡Mereces la muerte!- bramó el rey León indignado.
Y cuando el León se iba abalanzar sobre el Lobo el Burro se interpuso implorante:
-¡Señor por piedad ya no más muertes, vendrán las jaurías de lobos de otros territorios para la venganza!
-¿Qué hacemos entonces?- interrogó el rey León ya calmado y pensativo.
-¡Destiérrelo señor!
-¡Bien Lobo, agradece al bondadoso Burro, que te ha salvado la vida y desaparece de mi vista y nunca más quiero volverte a ver!
La Lechuza en su profunda sabiduría empezó a graznar en pleno día de una manera extraña, de pronto el sol se empezó a ocultar y en pocos minutos se hizo de noche.
-Dinos Lechuza ¿Qué ha pasado?- preguntaron asustados los animales del bosque.
-Es un eclipse solar- dijo muy tranquila la Lechuza.
-¿Qué es eso?- dijeron.
-Es simplemente que la luna ha tapado el sol, pero pronto pasará y volverá la luz.
-¿Cómo lo sabes?- preguntaron.
-¡Porque lo estoy viendo con mis potentes ojos!-contestó la Lechuza- ¡Ahora mismo vuelve a lucir el sol!
Y efectivamente volvió a brillar el sol.
Entonces todos los animales confusos la emprendieron contra la Lechuza.
-¡Es bruja malera!
-¡Es cosa maligna!
-¡Es la diabla!
Gritaron enfurecidos.
-¡Hay que matarla!- dijo alguien.
-¡Sí, hay que matarla!- gritaron todos.
Ante la creciente agresividad de los fanáticos el Gran Cóndor bajó de las alturas y con su voz potente y justiciera dijo:
-¡Ignorantes, oscurantistas, dejad a la sabia que irradie la luz en las tinieblas!
El Águila Imperial sacaba pecho en la exposición de aves rapaces. Estaba tan bien amaestrada que todos querían sacarse fotos con ella. De vez en cuando se lleva el pico a la cuerda que le sujetaba una pata.
El Búho con sus ojos relucientes, su enorme cabeza de gato, su plumaje choqueco, sacudía sus alas y muy orondo aceptaba los fogonazos de las cámaras.
La Lechuza con sus ojos amarillos como el sol y redondos como la luna, estaba impertérrita, sin pestañear e indiferente a la gente y a las cámaras que de vez en cuando la relumbraban.
El Cuervo como un joven rebelde observaba con odio y desprecio a los humanos que lo miraban, y permanentemente se llevaba su filudo pico a la cuerda que le sujetaba la pata derecha. Zarandeaba con tal vehemencia la cuerda que en cualquier momento la rompía. Miraba siempre de soslaya con sus ojos profundos en los que brillaba la rebeldía. Su plumaje negro descolorido lo erizaba como enfurecidas culebras prestas a morder. Nadie se tomaba fotos con el Cuervo, relegado como un apestado por su apariencia y su fama de pájaro de mal agüero.
A través de sus ojos chispeantes,
yo leí en el alma del Cuervo
que nos decía:
“Vosotros, seres humanos,
sois peores que las bestias,
que nos privan de la libertad
para exhibirnos
por dinero
y por vanidad.
Si un hambriento
grita:
¡Pan!
Pueda que sea soportable
para sus opresores,
que quizá
le arrojarán
un mendrugo.
Pero que un hombre
del pueblo
clame:
¡Justicia y Libertad!
Allí sí
que para sus
explotadores
está mal,
que tratarán
a toda costa
de silenciar.
Pero toda noche
tiene su final
y ningún régimen
por más bestial
podrá eternamente
a un pueblo
esclavizar.
En los Andes se reunieron los animales para discutir la forma de liberarse del Puma, que los venía exterminando.
-Hay que pedirle diálogo- dijeron las inocentes Llamas, mirando con sus ojos mansos.
-¡Ese no entiende de diálogo!- dijo el Zorro muy severo.
-Entre todos pidamos audiencia- dijeron las amables Vicuñas.
-Será en vano y aprovechará para hacer una matanza- intervino el Guanaco, que muy poco hablaba.
-Supliquémosle que nos deje en paz- se manifestaron las delicadas Alpacas.
-¡Eso es imposible, es una fiera terrible- exclamó el hábil Conejo.
-¿Qué haremos hermanos?- habló el manso Perro, que había sufrido la muerte de sus cachorros.
-¿Qué dices tú, hermano Cuy, que estás tan pensativo?- habló el bondadoso Burro.
-Hay una forma de sacarlo de aquí- dijo el ingenioso Cuy convencido- ya que nadie puede medir sus fuerzas
con él.
-¿Cuál es?- interrogó el Zorro.
-Para esta acción se requiere astucia y coraje hermanos- dijo el pequeño Cuy levantando su puño.
-De qué se trata- interrogó el Conejo.
-Se trata de que todos vamos a fingir estar locos, de que nos ha caído el mal de la rabia- dijo persuasivo el Cuy.
-Entonces nos empezaremos a morder unos a otros para que se la crea el Puma- reforzó la mentira el Conejo.
-¡Pero hay una cosa que solucionar!- dijo enérgico el Cuy.
-¿Cuál?- interrogaron todos.
-Uno de nosotros tiene que hacer de cuerdo, que no tiene el mal, es quien engañará al Puma.
-¡Que sea el Conejo!- gritó apresurado el astuto Zorro, porque a mí no me creerá, el Puma me tiene tirria.
-¿Qué dices Conejo?- interrogó muy serio el Cuy.
-¡Por el bien de toda la comuna lo haré!- exclamó eufórico el Conejo- le gritaré al Puma desde la boca de mi guarida, ya pensaré lo que le diré
-¡Bien hecho hermano, así se habla!- dijo muy alegre el Cuy, y todos aplaudieron.
Cuando declinaba la tarde el Cuy dio la voz de alarma, que el Puma bajaba a cazar como de costumbre.
De inmediato todos los animales en la quebrada se pusieron a correr y fingir morderse unos a otros.
El Puma que en un principio se alegró de ver tantos animales al alcance de sus fauces, se paró en seco al ver la actitud agresiva de las dóciles Llamas, Alpacas, Vicuñas, Guanacos… En eso que estaba observando sacó la cabeza desde su guarida el Conejo y gritó:
-¡Señor Puma cuidado le vayan a contagiar la rabia esos animales locos!
-¿Qué se han contagiado con la rabia?- interrogó el vozarrón del Puma.
-¡Sí señor!- respondió el Conejo- una jauría de perros rabiosos los han mordido, yo logré meterme a mi cueva.
-¿Qué se han vuelto locos que no dejan de morderse?
-¡Si señor, están locos perdidos, le han mordido también al Jaguar y está loco de remate.
-¿Qué el Jaguar está con la rabia?
-¡Sí señor, el Jaguar está haciendo estragos en la otra quebrada, ya no demora en regresar, me preguntó por usted!
-¿Por mí?- resopló preocupado el Puma.
-Sí señor, por usted, dijo que antes de morir quería saldar unas cuentas pendientes y que no pararía hasta encontrarlo.
-¡Eso es lo que ha dicho!
-¡Sí señor!
-¡Me quiere contagiar la rabia el muy cobarde!- bramó el Puma indignado, mientras salía corriendo, como un gato asustado.
El Cuy corrió para abrazar al Conejo por el éxito del plan, y todos los animales se unieron al festejo.
La unidad por una causa justa
es la mejor garantía
contra toda villanía.
-¡Ven a caminar junto a mí!- le dijo la gigante Avestruz al diminuto Colibrí.
-Eso no puede ser posible mi querida señora- respondió el fugaz Colibrí.
-¿Por qué no puedes?
-No puedo porque soy del aire y no de la tierra, y podría terminar aplastado por sus inmensas patas, ya que para usted soy insignificante, y desde la altura de sus ojos no me podría ver.
-¿Cómo crees tú pedacito de animalito que te voy a pisar? ¿Qué me crees ciega?
-No es eso señora, no pienso que usted sea torpe, sino que por casualidad me puede pisar, y un pisotón suyo es la muerte segura para mí.
-¡Entonces so pedazo de renacuajo no quieres caminar conmigo!- gritó histérica el Avestruz.
-Sería una insensatez de mi parte señora, al exponer mi vida de esa manera- respondió calmo el Colibrí.
-¡Para mí es una ofensa que me rechaces y que no quieras caminar conmigo, no acepto tus disculpas!
-Mayor razón tengo ahora señora para no aceptarle, ya que es intransigente y no entiende razones, he hecho bien en mantenerme a prudente distancia, pues sino me mataba con sus patas lo iba hacer con su pico, adiós.
Hay que mantenerse alerta
y a prudente distancia
de los malvados
que nos pueden causar mucho daño.
El hombre más rico y vanidoso de un pueblo prendió una vela gigante en medio del altar mayor del templo, para que todos lo vieran.
El hombre más pobre y humilde del mismo pueblo prendió con mucha devoción una pequeña velita en un rincón del templo, para que nadie lo viera.
El cirio del rico comenzó a derretirse como mantequilla en el sol, mientras la pequeña velita del pobre puesta con mucho amor permanecía intacta.
Pasaron los días y la velita del pobre seguía alumbrando causando admiración en el pueblo.
El hombre rico se encolerizó y de un manotazo quiso apagar la velita y la llama lo quemó; pero el soberbio siguió golpeando la luz, que más se avivaba.
Entonces todos los congregados al ver el prodigio echaron al rico del templo y se fueron a buscar al pobre que en el campo seguía en su diaria faena, cultivando con mucho amor sus plantitas...
La luz que nunca se apaga
es la luz del Amor.
Los graciosos Pingüinos nos dan una gran lección a los humanos. Cuando arrecia el vendaval en los helados mares polares, emplean la fuerza de su unidad. Ante la violencia del viento helado que los azota, unen sus frágiles cuerpos formando una gran muralla para calentarse y mantenerse con vida.
Aislados o en minúsculos grupos dispersos, todos morirían congelados. Uno a uno defendiéndose como individuos solitarios no serían nada; sin embargo, en masa organizada, son una potencia formidable, capaz de resistir a los feroces vientos huracanados.
Cuando las Águilas Degeneradas asolaron el bosque los pájaros pequeños pidieron auxilio a los Buitres; pero éstos hambrientos se los empezaron a tragar. Despavoridos huyeron al territorio del Cuervo.
Los Viejos Cuervos mandarines aprovechando la situación quisieron hacer lo mismo que los Buitres; pero la Masa de Cuervos, ante la matanza de tanto pajarillo inocente, se conmovió y se rebeló contra los Viejos Cuervos, conminándolos a recibir en su territorio a todos los Pájaros Forasteros.
Los jóvenes Cuervos, guías de masas, estaban permanentemente concientizando a sus hermanos en el Código Moral de la Madre Naturaleza y exhortando, también, a los demás hermanos pájaros diciéndoles:
“Hermanitos aprended de nosotros la férrea Unidad en los buenos y en los malos tiempos; aprended a basarse en vuestras propias fuerzas; aprended que nuestra Solidaridad, no es perfecta. Aprendamos entre todos a mejorarla, para que cada amanecer nos depare un nuevo sol de justicia, libertad y fraternidad…”
NMS.
(*) Fábulas del Libro inédito La Gota de Agua en la Roca
(**) Fábulas del Fabulario de NMS.
(***) Ilustraciones: Martín Vite Bautista.
Alcalá de Henares, verano de 2015.
—¡Vete de aquí, hermano Cuervo!— le dijeron los demás pájaros.
—¡Por piedad, vete—le suplicaron— la peste y la matanza que nos hace el hombre nos está exterminando!
—¡Si, hermanos, me voy— dijo muy triste el Cuervo con el dolor en su corazón — todo mal que sufre la Madre Naturaleza ella misma con su innata sabiduría lo curará; pero el mal que padece el hombre maligno es difícil de curar contra el cual hay que luchar sin cesar!
FÁBULA: LA CALUMNIA (**)
El Lobo calumnió al Burro de haber matado al cachorro del rey León.
El rey de la selva quiso aleccionar a todos los animales, los reunió para condenar en público al vil asesino.
-¡Yo no como carne señor rey- dijo el dócil Burro con los ojos llorosos.
-El pasto está escaso y el Burro ha degenerado, por eso ha comido carne- acusó el Lobo.
-¡Pero el olor de las huellas son de fiera! ¿Cómo explicas esto Lobo?- preguntó el León irritado.
-El Burro ha borrado sus rastros, para inculpar a las fieras-se defendió el Lobo.
-Pero el Burro usa cascos y sus pìsadas son bien claras, y las que están en el lugar del crimen son garras. ¿Qué dices Lobo?- interrogó con los ojos chispeantes el rey León.
-Entonces han sido las Hienas-dijo el Lobo.
-¡Ahora cambias tu acusación¡ ¡Está claro que no ha sido el Burro! Entonces culpas a las Hienas ¿Verdad?- interrogó furioso el rey León.
-Sí han sido las Hienas!- dijo el Lobo con vehemencia.
-¿Qué pruebas tienes?
-¡Que son devoradoras de cachorros!-respondió el Lobo.
-¡Tú también lo eres!
-¡Pero yo respeto a su familia y soy leal- dijo el Lobo, ya cansado.
-¡Precisamente esa lealtad quiero que me la demuestres!
-¡Me someto a la prueba que usted diga majestad!
-¡Pues quiero oler tu garganta!- sentenció el León resolutivo.
El Lobo hizo un largo silencio y luego agachó sus orejas e hincó sus patas delanteras y exclamó con voz temblorosa.
-¡He sido yo señor! ¡Tengo doble culpa: he matado a tu hijo y he calumniado al Burro!
-¡Mereces la muerte!- bramó el rey León indignado.
Y cuando el León se iba abalanzar sobre el Lobo el Burro se interpuso implorante:
-¡Señor por piedad ya no más muertes, vendrán las jaurías de lobos de otros territorios para la venganza!
-¿Qué hacemos entonces?- interrogó el rey León ya calmado y pensativo.
-¡Destiérrelo señor!
-¡Bien Lobo, agradece al bondadoso Burro, que te ha salvado la vida y desaparece de mi vista y nunca más quiero volverte a ver!
FÁBULA: LA LECHUZA EN LA LUZ (*)
La Lechuza en su profunda sabiduría empezó a graznar en pleno día de una manera extraña, de pronto el sol se empezó a ocultar y en pocos minutos se hizo de noche.
-Dinos Lechuza ¿Qué ha pasado?- preguntaron asustados los animales del bosque.
-Es un eclipse solar- dijo muy tranquila la Lechuza.
-¿Qué es eso?- dijeron.
-Es simplemente que la luna ha tapado el sol, pero pronto pasará y volverá la luz.
-¿Cómo lo sabes?- preguntaron.
-¡Porque lo estoy viendo con mis potentes ojos!-contestó la Lechuza- ¡Ahora mismo vuelve a lucir el sol!
Y efectivamente volvió a brillar el sol.
Entonces todos los animales confusos la emprendieron contra la Lechuza.
-¡Es bruja malera!
-¡Es cosa maligna!
-¡Es la diabla!
Gritaron enfurecidos.
-¡Hay que matarla!- dijo alguien.
-¡Sí, hay que matarla!- gritaron todos.
Ante la creciente agresividad de los fanáticos el Gran Cóndor bajó de las alturas y con su voz potente y justiciera dijo:
-¡Ignorantes, oscurantistas, dejad a la sabia que irradie la luz en las tinieblas!
FÁBULA: EL CUERVO EN EXHIBICIÓN(*)
El Águila Imperial sacaba pecho en la exposición de aves rapaces. Estaba tan bien amaestrada que todos querían sacarse fotos con ella. De vez en cuando se lleva el pico a la cuerda que le sujetaba una pata.
El Búho con sus ojos relucientes, su enorme cabeza de gato, su plumaje choqueco, sacudía sus alas y muy orondo aceptaba los fogonazos de las cámaras.
La Lechuza con sus ojos amarillos como el sol y redondos como la luna, estaba impertérrita, sin pestañear e indiferente a la gente y a las cámaras que de vez en cuando la relumbraban.
El Cuervo como un joven rebelde observaba con odio y desprecio a los humanos que lo miraban, y permanentemente se llevaba su filudo pico a la cuerda que le sujetaba la pata derecha. Zarandeaba con tal vehemencia la cuerda que en cualquier momento la rompía. Miraba siempre de soslaya con sus ojos profundos en los que brillaba la rebeldía. Su plumaje negro descolorido lo erizaba como enfurecidas culebras prestas a morder. Nadie se tomaba fotos con el Cuervo, relegado como un apestado por su apariencia y su fama de pájaro de mal agüero.
A través de sus ojos chispeantes,
yo leí en el alma del Cuervo
que nos decía:
“Vosotros, seres humanos,
sois peores que las bestias,
que nos privan de la libertad
para exhibirnos
por dinero
y por vanidad.
FÁBULA: JUSTICIA Y LIBERTAD (**)
Si un hambriento
grita:
¡Pan!
Pueda que sea soportable
para sus opresores,
que quizá
le arrojarán
un mendrugo.
Pero que un hombre
del pueblo
clame:
¡Justicia y Libertad!
Allí sí
que para sus
explotadores
está mal,
que tratarán
a toda costa
de silenciar.
Pero toda noche
tiene su final
y ningún régimen
por más bestial
podrá eternamente
a un pueblo
esclavizar.
FÁBULA: LA UNIÓN (**)
En los Andes se reunieron los animales para discutir la forma de liberarse del Puma, que los venía exterminando.
-Hay que pedirle diálogo- dijeron las inocentes Llamas, mirando con sus ojos mansos.
-¡Ese no entiende de diálogo!- dijo el Zorro muy severo.
-Entre todos pidamos audiencia- dijeron las amables Vicuñas.
-Será en vano y aprovechará para hacer una matanza- intervino el Guanaco, que muy poco hablaba.
-Supliquémosle que nos deje en paz- se manifestaron las delicadas Alpacas.
-¡Eso es imposible, es una fiera terrible- exclamó el hábil Conejo.
-¿Qué haremos hermanos?- habló el manso Perro, que había sufrido la muerte de sus cachorros.
-¿Qué dices tú, hermano Cuy, que estás tan pensativo?- habló el bondadoso Burro.
-Hay una forma de sacarlo de aquí- dijo el ingenioso Cuy convencido- ya que nadie puede medir sus fuerzas
con él.
-¿Cuál es?- interrogó el Zorro.
-Para esta acción se requiere astucia y coraje hermanos- dijo el pequeño Cuy levantando su puño.
-De qué se trata- interrogó el Conejo.
-Se trata de que todos vamos a fingir estar locos, de que nos ha caído el mal de la rabia- dijo persuasivo el Cuy.
-Entonces nos empezaremos a morder unos a otros para que se la crea el Puma- reforzó la mentira el Conejo.
-¡Pero hay una cosa que solucionar!- dijo enérgico el Cuy.
-¿Cuál?- interrogaron todos.
-Uno de nosotros tiene que hacer de cuerdo, que no tiene el mal, es quien engañará al Puma.
-¡Que sea el Conejo!- gritó apresurado el astuto Zorro, porque a mí no me creerá, el Puma me tiene tirria.
-¿Qué dices Conejo?- interrogó muy serio el Cuy.
-¡Por el bien de toda la comuna lo haré!- exclamó eufórico el Conejo- le gritaré al Puma desde la boca de mi guarida, ya pensaré lo que le diré
-¡Bien hecho hermano, así se habla!- dijo muy alegre el Cuy, y todos aplaudieron.
Cuando declinaba la tarde el Cuy dio la voz de alarma, que el Puma bajaba a cazar como de costumbre.
De inmediato todos los animales en la quebrada se pusieron a correr y fingir morderse unos a otros.
El Puma que en un principio se alegró de ver tantos animales al alcance de sus fauces, se paró en seco al ver la actitud agresiva de las dóciles Llamas, Alpacas, Vicuñas, Guanacos… En eso que estaba observando sacó la cabeza desde su guarida el Conejo y gritó:
-¡Señor Puma cuidado le vayan a contagiar la rabia esos animales locos!
-¿Qué se han contagiado con la rabia?- interrogó el vozarrón del Puma.
-¡Sí señor!- respondió el Conejo- una jauría de perros rabiosos los han mordido, yo logré meterme a mi cueva.
-¿Qué se han vuelto locos que no dejan de morderse?
-¡Si señor, están locos perdidos, le han mordido también al Jaguar y está loco de remate.
-¿Qué el Jaguar está con la rabia?
-¡Sí señor, el Jaguar está haciendo estragos en la otra quebrada, ya no demora en regresar, me preguntó por usted!
-¿Por mí?- resopló preocupado el Puma.
-Sí señor, por usted, dijo que antes de morir quería saldar unas cuentas pendientes y que no pararía hasta encontrarlo.
-¡Eso es lo que ha dicho!
-¡Sí señor!
-¡Me quiere contagiar la rabia el muy cobarde!- bramó el Puma indignado, mientras salía corriendo, como un gato asustado.
El Cuy corrió para abrazar al Conejo por el éxito del plan, y todos los animales se unieron al festejo.
La unidad por una causa justa
es la mejor garantía
contra toda villanía.
EL AVESTRUZ Y EL COLIBRÍ (*)
-¡Ven a caminar junto a mí!- le dijo la gigante Avestruz al diminuto Colibrí.
-Eso no puede ser posible mi querida señora- respondió el fugaz Colibrí.
-¿Por qué no puedes?
-No puedo porque soy del aire y no de la tierra, y podría terminar aplastado por sus inmensas patas, ya que para usted soy insignificante, y desde la altura de sus ojos no me podría ver.
-¿Cómo crees tú pedacito de animalito que te voy a pisar? ¿Qué me crees ciega?
-No es eso señora, no pienso que usted sea torpe, sino que por casualidad me puede pisar, y un pisotón suyo es la muerte segura para mí.
-¡Entonces so pedazo de renacuajo no quieres caminar conmigo!- gritó histérica el Avestruz.
-Sería una insensatez de mi parte señora, al exponer mi vida de esa manera- respondió calmo el Colibrí.
-¡Para mí es una ofensa que me rechaces y que no quieras caminar conmigo, no acepto tus disculpas!
-Mayor razón tengo ahora señora para no aceptarle, ya que es intransigente y no entiende razones, he hecho bien en mantenerme a prudente distancia, pues sino me mataba con sus patas lo iba hacer con su pico, adiós.
Hay que mantenerse alerta
y a prudente distancia
de los malvados
que nos pueden causar mucho daño.
LA LUZ QUE NUNCA SE APAGA (*)
El hombre más rico y vanidoso de un pueblo prendió una vela gigante en medio del altar mayor del templo, para que todos lo vieran.
El hombre más pobre y humilde del mismo pueblo prendió con mucha devoción una pequeña velita en un rincón del templo, para que nadie lo viera.
El cirio del rico comenzó a derretirse como mantequilla en el sol, mientras la pequeña velita del pobre puesta con mucho amor permanecía intacta.
Pasaron los días y la velita del pobre seguía alumbrando causando admiración en el pueblo.
El hombre rico se encolerizó y de un manotazo quiso apagar la velita y la llama lo quemó; pero el soberbio siguió golpeando la luz, que más se avivaba.
Entonces todos los congregados al ver el prodigio echaron al rico del templo y se fueron a buscar al pobre que en el campo seguía en su diaria faena, cultivando con mucho amor sus plantitas...
La luz que nunca se apaga
es la luz del Amor.
FÁBULA DE LOS PINGÜINOS (*)
Los graciosos Pingüinos nos dan una gran lección a los humanos. Cuando arrecia el vendaval en los helados mares polares, emplean la fuerza de su unidad. Ante la violencia del viento helado que los azota, unen sus frágiles cuerpos formando una gran muralla para calentarse y mantenerse con vida.
Aislados o en minúsculos grupos dispersos, todos morirían congelados. Uno a uno defendiéndose como individuos solitarios no serían nada; sin embargo, en masa organizada, son una potencia formidable, capaz de resistir a los feroces vientos huracanados.
FÁBULA: LOS CUERVOS SOLIDARIOS (**)
Los Viejos Cuervos mandarines aprovechando la situación quisieron hacer lo mismo que los Buitres; pero la Masa de Cuervos, ante la matanza de tanto pajarillo inocente, se conmovió y se rebeló contra los Viejos Cuervos, conminándolos a recibir en su territorio a todos los Pájaros Forasteros.
Los jóvenes Cuervos, guías de masas, estaban permanentemente concientizando a sus hermanos en el Código Moral de la Madre Naturaleza y exhortando, también, a los demás hermanos pájaros diciéndoles:
“Hermanitos aprended de nosotros la férrea Unidad en los buenos y en los malos tiempos; aprended a basarse en vuestras propias fuerzas; aprended que nuestra Solidaridad, no es perfecta. Aprendamos entre todos a mejorarla, para que cada amanecer nos depare un nuevo sol de justicia, libertad y fraternidad…”
LA FÁBULA ES UNA INTERPRETACIÓN
VELADA DEL MUNDO
NMS.
(*) Fábulas del Libro inédito La Gota de Agua en la Roca
(**) Fábulas del Fabulario de NMS.
(***) Ilustraciones: Martín Vite Bautista.
Alcalá de Henares, verano de 2015.
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En el corazón encontramos la certidumbre de lo que es humanitario, que nuestro corazón nos recuerde que el otro ser humano es también nuestr@ herman@ del alma y que somos cada un@ una célula y juntos somos el todo.
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