RELATOS BREVES (2) *
A la memoria de mi abuelita Clara Luz Navarro,
formidable chacarera del Bajo Piura.
LA
CHACRA DE MI ABUELITA
La chacra de mi abuelita
estaba muy cerca del río, sembrada de
verduras, de árboles frutales y de flores. Las palomas, los pájaros cantores y
las mariposas multicolores volaban bajito mezclándose con los conejos, los
cuyes y las gallinas. Una tortuga silenciosa paseaba en su caparazón a toda
clase de animalitos y los perros y los gatos eran mansitos con todos ellos.
Grandes y pequeños cooperábamos con alegría en las tareas de la chacra bajo la
bondadosa dirección de la abuelita. Por las noches, bajo la luz de la luna, el
olor de las resedas y el rumor del río los tíos nos contaban los mitos y los
cuentos de nuestro pueblo, mientras la abuelita con sus manos hacendosas nos servía
choclos tiernitos con tazas de hierbaluisa.
Reinaba la felicidad en la chacra de mi
abuelita y en el conjunto de comunidades hasta que una noche oscura apareció la
manada de lobos humanos…
ÑA
LUCINDITA
Vivía en una choza tan
limpia y humilde en donde no había casi nada. Los más viejos del barrio decían
de la anciana que debería andar sobre los cien años. Tenía su rostro moreno
lleno de surcos profundos, su pelo largo descolorido lo llevaba bien peinado,
sus ojos escondidos en sus cuencas brillaban como dos luceros, su pequeña
figura caminaba descalza por los espesos arenales y su voz como salida de
caverna sonaba lastimera y sonora.
La gente se preguntaba ¿Cómo vive tanto ña Lucindita sin tener nada? ¡Si su comida es de una pordiosera! ¡Si a veces no come uno o dos días, quizá por vergüenza o por no molestar! Los vecinos más buenos la iban a visitar a su choza y la encontraban lavando a mano sus eternas polleras. Con ánimo tranquilo y generoso los miraba amorosamente y a veces asomaba una lágrima traicionera en el fondo de sus bellos diamantes. El día menos pensado de sol brillante la encontraron dormida en la blanca arena de su choza con un rictus de alegría y sus ojos brillosos estaban fijos en el azul intenso del cielo.
EL
HOMBRE QUE LE HABLABA A LA PIEDRA
Era una piedra tallada como para sentarse y estaba debajo de
un árbol, por el camino que recorría el hombre para llegar a su trabajo. Allí
reposaba todos los días y le contaba su vida, sus penas y alegrías. Cuando llegó
la gran crisis que hizo más ricos a los ricos y empezaron los despidos masivos,
el hombre llegaba cada vez con más miedo de perder su trabajo y se lo contaba a
la piedra, ella lo escuchaba muda sin decir nada y él se conformaba con ese
silencio amistoso y esa comodidad de estar sentado en la piedra más hermosa del
mundo. Cuando lo despidieron fue a llorar sentado en la piedra, a desahogarse
hasta el último suspiro. Cuando se calmó pensó que ya no volvería por ese
camino después de haberlo recorrido veintidós años, entonces su tristeza fue
inmensa porque ya no se sentaría en la piedra, su confidente y fiel compañera
LA
ORACIÓN AL REVÉS
Doña Chona después de
sahumar toda su casa con la oración: “Entre el mal y salga el bien” fue
amonestada por doña Luz, quien le dijo que la oración la estaba diciendo al
revés, que estaba metiendo en su hogar al diablo. Doña Chona se santiguó y se
pasó todo el día sacando al rabudo.
Alcalá de Henares, primavera de 2019.
Alcalá de Henares, primavera de 2019.
* Relatos breves: Cuadernos de NMS.
** Ilustraciones de Martín Vite Bautista.
NMS.