domingo, 23 de octubre de 2016

EL TRINO EN LA SELVA (LIBRO DE FÁBULAS)




El Trino en la Selva
Nicolás Masías Sosa


Primera edición Abril de 2010


De esta edición:
+ Nicolás Masías Sosa 
E-mail:nicolmas@hotmail.com
Teléfonos España: 912802573

619513307.
Teléfono en Piura, Perú:
346627


+ Casa Nuestra Editores E-mail: bienvenidos53@hotmail.com
Teléfono: (51) 004-2511855


Composición y diagramación: Luis Armas Moreno


Corrección de textos: Alberto Alarcón

Ilustración de Carátula: Óscar Alarcón Prieto


Ilustraciones interiores: Martín Vite Bautista
Diseño de Carátula:
Luis Armas Moreno
Alberto Alarcón


Foto de solapa: José Javier Martínez Palacín





C O N T E N I D O
Prólogo
Dedicatoria

   La Burbuja y la Vida/17
   El Árbol Viejo y el Árbol Mozo/20
   La Piedra que Destila Agua/22
   El Sol y las Nubes/24
   Perder para ganar/26
   El Árbol y el Bosque/28
   El equilibrio de las Aguas/31
   El Árbol y la Flor/33
   La Flor Silvestre/36
   El Sol, las Nubes, la Tierra y el Viento/39
   El Día y la Noche/41
   El Manantial/44
   El Arador/46
   El Congreso de los Reptiles/48
   El Pez Grande y el Pez Chico/50
   La Cucaracha/52
   El Arbolito y el Pajarito/56
   La Zorra y el Pez/58
   El Hombre Fracasado y la Hormiga/61
   La Flor y el Canario/64
   La luciérnaga y los Sapos/66
   La Serpiente, el Perro y el Burro/69
   Los Hitos y el Cóndor/73
   La Cotorra/75
   El Chilalo y la Urraca/78
   La Lora y el Niño/81
   El Juego del Gato y el Ratón/84
   La Liebre y el Perro de Caza/86
   Cuando el León huyó del Zorro/89
   El León y el Hombre Valiente/91
   El Tigre Disfrazado/93
   El Elefante Sabio y los Monos/95
   El Gallo Petulante y el Eco/101
   El Globo y el Cóndor/104
   El Artista y el Tiempo/108
   Las Señales/110
   Esopo Injuriado/113
   Los Caballeros de la Bolsa de Oro/115
   El Lápiz y el Papel/117
   El Lamento y la Serenidad/120
   El Buen y el Mal Pensamiento/122
   La Vida y la Muerte/125
   Un Granito de Arena/128
   Las Furias/130



P R Ó LO G O


   El rey Salomón hebreo, el germano Sigfrido, el indio Mowli, el británico Harry Potter, se cuentan entre los héroes que han pasado a la eternidad gracias a la meritoria virtud de saber entender el lenguaje de los animales. A ellos podemos asociar ahora a Nicolás Masías (aunque a él lo tengamos que incluir dentro de la categoría de los héroes de carne y hueso), fabulista del agreste Perú transterrado en el sofisticado zoológico de España, cuyo oído parece saber captar la rara frecuencia en que sienten y se expresan los animales, o al menos en que algunos animales parece que son capaces de entenderse con ciertos escogidos humanos.
   Las fábulas de Nicolás Masías reciben, por supuesto, el caudal de la influencia esópica clásica, el de la fabulística europea medieval, el de los moralistas del S. XVIII (La Fontaine, Samaniego, Iriarte) que encarnaron en las figuras y en las voces de las bestias los vicios y las virtudes de los hombres. Fuentes que él conoce y maneja a la perfección. Pero sus fábulas heredan, además, diversas tradiciones de la literatura popular escrita peruana (la que los filólogos identificamos con la literatura de pliegos o folletos de cordel), que un persistente laberinto de poetas, de narradores, de impresores, ha mantenido viva y pujante, contra viento y marea, en las condiciones a veces más modestas, y a veces más penosas (es decir, en las circunstancias más apropiadamente heroicas), hasta hoy. En las vueltas y revueltas de sus páginas, Nicolás Masías se ha encontrado además, y ha sabido asimilar muy bien, la tradición de lo que llamamos literatura infantil y juvenil, pues al público escolar están dirigidas, esencialmente (aunque no exclusivamente) sus fábulas.
   Ahora bien: no todo son herencias e influencias en estas páginas de Nicolás Masías. Creatividad genuina, emotividad personal, estilo a mitad de camino entre lo fantástico y lo pedagógico, dan a estos relatos un perfil absolutamente singular, lleno de frescura, de sinceridad y de calidez (tal y como es él). No hay muchos que serían capaces de poner en pie el pequeño teatro animal que pone en escena el autor de estos relatos, entre otras cosas porque el lenguaje críptico de los animales solo se deja entender por las pocas personas de carne y hueso que reúnen esos desacostumbrados requisitos.

José Manuel Pedrosa
Universidad de Alcalá de Henares
  



A mis hijos: Nicolás, Nilo y Said.
A mi inolvidable hermano
Mariano Masías Sosa,
consecuente luchador social,
en homenaje póstumo.


A G R A D E C I M I E N T O:
A mis Maestros: José Manuel Pedrosa de la Universidad de Alcalá, y Carmen Marcos de la UNED-Guadalajara, por sus valiosos consejos literarios.



Hoy, el sol, los pájaros, el viento, unos
niños, han venido a visitarnos: nos han
traído con la aurora la alegría de la vida.

-Padre, ¿por qué los sabios han
repetido siempre a través de los tiempos
los mismos principios?

-Hijo, porque, es necesario que los pájaros continúen trinando sus eternas verdades en el concierto de este reino.



 LA BURBUJA Y LA VIDA


Para “La Madre Sol”, con amor

La Vida dijo a una Burbuja que titilaba alegre:
-¿Quién eres tú?
-Soy una Burbuja, y aunque salte de aquí para allá, en mí late la vida, soy peregrina en el mundo, como todos los seres.
-Pero tu existencia es efímera – le respondió la Vida.
-Sí, es verdad; aunque eso es relativo, ya que sea que el tiempo tenga o no sentido para los seres y las cosas.
-El tiempo tiene significado –exclamó la Vida – todos los seres pretenden eternizarse.
-Es cierto, yo quisiera tener más vida y burbujear perennemente en la naturaleza, pero eso tampoco es posible, pues rompería la armonía del universo. No puede ser de otra manera.
-¿Quiere decir que te conformas con tu aliento fugaz?
-interrogó la Vida.
-Sí, hasta cierto punto. Hay hechos irreversibles, el hombre mismo pretende la inmortalidad, pero aun siendo tan pensante y hacedor de cosas maravillosas jamás podrá lograrlo.
-Pero la vida del hombre es mucho más compleja que la tuya.
-Si vemos los fenómenos aisladamente- intervino la Burbuja resplandeciendo con sus colores – hay entes que parecen ser y no son, yo soy consecuencia de todo un proceso, de toda una antiquísima historia. Si no hubiera agua ni aire no existiría. Sin estos fundamentales elementos no hubiera sido posible la vida en el planeta.
-Eres tan escueta. Me das mucha tristeza. Si estuviera en mi potestad prolongarte la existencia, lo haría – dijo la Vida mirándola compasivamente.
-No te aflijas –susurró la Burbuja condolida -, estoy cumpliendo mi rol en el concierto de la naturaleza, sólo trato de cumplir bien mi papel.
-Cómo no voy a sentir si yo te engendré y toda madre vela por sus hijos y los considera iguales, sean estos buenos o malos, feos o hermosos. Tú eres bella y me encanta ver cómo saltas, cómo brillas, pues en ti habita el arco iris; pero qué nostalgia cuando de súbito te desvaneces y quedas hecha nada sin vida…
-No te aflijas, madre- dijo la Burbuja agonizante- las sustancias que me forman seguirán subsistiendo en el aire, en el agua y en los seres a quien tú das vida animada.
Algún día me encontrarás en el jugo de una manzana, en la espuma de un lago, en el corazón de un cordero o en la neurona de un hombre.
-Sí, hija mía, te buscaré, te encontraré- dijo la vida emocionada y estrechó en su pecho a la Burbuja que se esfumó en el barro…


EL ÁRBOL VIEJO Y EL ÁRBOL MOZO


Un Árbol Viejo, ya seco y sin flor, vio a otro que crecía lozano y en soledad del otoño le quiso probar su corazón.
-Hermanito-suplicó el Árbol Viejo-, cuando crezcas ¿me darás la mano para levantarme?
-Nada me has pedido, noble anciano- respondió el Árbol Mozo- cuando crezca te levantaré con mis profundas raíces, mi robusto tallo y mi savia pura.
-Gracias, hijo- respondió el Árbol Viejo conmovido hasta las lágrimas- me has reanimado, la vida hermosa cuando hay comprensión y una mano se extiende a la mano caída. Y aunque no ofrezca pan y sólo brinde amor, eso basta para llenar un corazón.
El Árbol Viejo pudo vivir muchas hermosas primaveras con la savia que día a día le inyectaba el generoso y solidario Árbol Mozo.


LA PIEDRA QUE DESTILA AGUA


A una especie en extinción: Domi, Félix, Geul y Pakito.

-Padre, ¿por qué me has puesto a observar la Piedra que Destila Agua?
-Porque de ella hay mucho que aprender, hijo mío.
-¿Se puede aprender de una piedra que ´solo gotea?
-Si observas bien, verás que antes que la piedra destile, la gota se va formando poco a poco y cuando está hecha, cae; luego una gota nueva concentra sus moléculas para caer también precisa y sin cesar… y no deja de gotear ni de día ni de noche.
-¿Qué me quieres decir con ello, padre?
-Que constantemente hay que luchar para salir adelante en la vida. Y si hay dificultades, perseverar.
-¿Y qué otra lección encierra la Piedra que Destila?
-Que el conocimiento se va adquiriendo a través del tiempo, que no aparece en nuestra mente de un momento a otro, sino que, como la fuente, se va formando gota a gota.
-¿Y hay algo más que aprender, padre, de la Piedra que Destila?
-Si observas bien, hijo, la Piedra que Destila ha formado un manantial al que acuden ansiosos hombres y animales.
-Sí, lo he observado, padre.
-Pues bien, si toda piedra que gotea forma un manantial de vida, de igual manera todo hombre se asemeja a la Piedra que Destila, formará un manantial de trabajo, de ideas, de conocimientos, de espiritualidad, al que muchos seres irán a beber haciendo espléndida la vida y alegrando el concierto armonioso del universo.
-Gracias, padre, nunca olvidaré esta lección.
-Recuerda, hijo, que la naturaleza es sapientísima y si observamos con detenimiento nos ofrecerá lecciones magistrales.














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