El Anciano amaba tanto a la humanidad
que, a pesar de su cuerpo adolorido,
no quería morir.
Se aferraba a la vida
para seguir amando.
Sus amigos y amigas le decían:
—¡Vete, hermano, ya has cumplido tu misión!
—¿Por qué tanto amor, hermano, si el hombre
te aprisionó, te vejó, te torturó?
—Te encerró como a una fiera por largos años de martirio
en mazmorras nauseabundas, porque defendiste
la justicia, el amor y la belleza.
—Los mejores años de tu vida te los robaron
las tinieblas en abismos insondables.
—Te privaron de la luz del arcoíris, del color de las mariposas,
de la fragancia de las flores, del canto del ruiseñor.
—Te negaron el murmullo del río, la inmensidad del mar,
el vuelo de los pájaros, el fulgor de las estrellas...
—Te privaron de la ternura del amor, de las miradas ardientes,
de los labios insinuantes, de la entrega de la amada.
—Te robaron a tus hijos, con los que jugabas
en las verdes praderas
del paraíso de tus sueños.
El Anciano moribundo meditaba apacible
cuando dos candentes lágrimas
quemaron sus mejillas.
Y sus amigos y amigas insistieron:
—¡Ya es hora de que partas, hermano!
Con tu muerte tu obra crecerá
como crece la luz
cuando huyen las tinieblas.
—Las nuevas generaciones valorarán tu lucha,
tu sacrificio y toda tu obra.
¡Pero debes partir, hermano!
—Tus ideales triunfarán para hacer de la humanidad
un mundo justo y fraterno.
¡Pero ya vete, hermano, no nos hagas sufrir!
—Toda vida tiene su ciclo, hermano,
y tú has hecho por diez vidas,
a pesar de que el monstruo de las tinieblas
te mató una vida.
¡Pero, por piedad, ya vete, hermano!
—Vivirás en tus ideales, en tu verbo,
en la quimera de la esperanza.
¡Pero ya vete, hermano, a descansar en paz!
Entonces apareció una anciana
de luminosa belleza,
y le habló con dulzura:
—Mi amado, tenemos que partir hacia lo infinito.
Ya has dado ejemplo de justicia,
de belleza y de hermandad,
y te toca partir ahora, por amor.
El Anciano moribundo le respondió
con su voz inmensa:
—¡Mi amada, todo lo hice por Amor!
Y se abrazó a la luminosa belleza,
quedándose dormido para siempre.
Alcalá de Henares, 25 de noviembre de 2016
NMS


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nicolas masias
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